martes, 16 de diciembre de 2008
Argüí que no es vistoso remediar ausencias con promesas de ansias, embebiendo con sangre y luz las esquirlas del tiempo y la memoria.
Descubrí en estos versos la posibilidad de mitigar estas desidias. De brindar un anhelo mas exiguo y, a la vez, más escurridizo, como un hechizo al que hay que andarlo de puntillas para no romperlo, para no difuminarlo en lo insípido, para creer y celebrarlo a luz de una estrella, al amparo de la sombra.
UTOPÍAS
Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías
cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza
cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea
cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada
cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro
cómo voy a creer / dijo el fulano
que la útopia ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía.
Mario Benedetti
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Estracto de una entrevista Jorge Luis Borges para la revista Gente del 15 de Diciembre de 1983
"La elección del 30 de Octubre es una decisión que ha tomado el pueblo argentino. La decisión de salir de la pesadilla, de volver a la cordura, de volver al buen sentido, de trabajar y al deseo de vivir en paz. Creo que Alfonsín tiene las mejores intenciones, pero le va a resultar muy difícil. Ciertamente no le envidio la presidencia, además no entiendo nada de política. Quizá sea un error suponer que los gobiernos pueden resolver todo, más ahora con una situación tan intrincada en este país. Ha sido destrozado, está en agonía. Resultará muy difícil reconstruirlo.Pero también hay que rescatar que ahora podemos tratar con un gobierno que va a condescender al diálogo. Tendremos un Congreso donde se va a discutir. En cambio venimos de siete años con personas autoritarias e inexplicables. Insensatos que no admitieron posibilidad de diálogo.
Creo que nuestro deber es este Gobierno y la democracia sean duraderos. Creo que antes no teníamos derecho a la esperanza. Ahora tenemos el deber de la esperanza. En cuanto a mí, hace un mes el derecho a la esperanza era imposible. Podía profesarla pero era una hipocresía. No creía en ella. Ahora podemos usar esa hermosa palabra: esperanza, con sinceridad o sea a lo que corresponde, a lo que sentimos. Antes significaba un acto de fe. Pero supongo que para que todo se arregle, tendremos que esperar unos años.Y las cosas no se pueden modificar de un día para el otro, la gente está pensando en términos de días o de meses. Eso es absurdo. Todo esto será muy lento.
El nuevo Gobierno no debe olvidarse del pasado. Debe actuarse dentro de la ley. Que la justicia no sea impaciente. Recuerdo una frase de Almafuerte: "Sólo pide justicia, pero será mejor que no pidas nada". Es una frase un poco triste. Pero en este caso si no se hiciera justicia es una forma de complicidad. O un modo de congraciarse con los culpables. Creo que esa justicia tiene que ser pública. Lo que ha ocurrido aquí es realmente terrible. Cuando Hitler resolvió perseguir a los judíos, eso se hizo públicamente. Aquí todo se hizo clandestinamente. Creo que uno de los mayores defectos argentinos es la hipocresía: no importa que las cosas sucedan. Lo importante es que no se sepa.No creo que la gente haya votado a Alfonsín, pensando en Alfonsín. Se ha pensado más bien, en el buen sentido, en la cordura, no en una persona. Aunque esa persona haya sido una providencia.
Yo le agradezco a Alfonsín que exista, pero no creo que ese voto haya sido para él. Nadie pensó, al votar, en Alem ni en Yrigoyen. Se ha votado pensando en la salvación de la patria. Además, no creo que Alfonsín quiera que piensen en él personalmente. Aquí tenemos esa mala costumbre de los líderes.El mensaje que les dearía a todos los argentinos es que esperen, pero sin impaciencia. Es el único modo de conservarnos, sin desesperarnos. Que sean pacientes y fríos. Creo que todos sabemos que nos esperan años muy difíciles, pero hay una meta. Nada es imposible. Yo personalmente me siento muy feliz. Desde el 30 de octubre, siempre digo que ocurrió un milagro. Pero al mismo tiempo, sé que esa felicidad mía tiene que ser paciente.
N.A.: No puedo añadir mas. Anhelo si existe el paraíso o si la precaución de Atilio de Giovanni se cumple, recordarme junto a estas palabras y el hombre que las pronunció, mirandole a los ojos, compartiendo un café o recitando aquel pasaje de Walt Whitman "no tengo ni catedra, ni iglesia ni filosofía, no llevo a ningún hombre a la mesa tendida, a la biblioteca o a la bolsa. Pero a cada uno de vosotros hombre o mujer lo llevo a una cumbre"
martes, 9 de diciembre de 2008
Mas allá del amanecer...

Entrevista a Roberto Benigni. Clarín, 18 de febrero de 2001
Si el hada Turchina agitase una vez más su vara y el niño se convirtiese en un insecto gigante y extraño, no quisiera pagar el precio de ser salvado.
Si una mañana despierto entre la neblina y el ensueño de la lluvia, abarrotando los cristales dormidos de mi habitación, golpea la ventana de mi cuarto y mas allá la cerrazón del invierno, reclama mi presencia mermada por la sucesión y los desengaños, no quiero ser salvado
Hubiese sido esplendido morir como un muñeco ¿Cierto? Y afirmar que en aquel entonces era tan grande y ahora tan pequeño, tan asustadizo e insignificante.
Rehuí, entonces, la vista con cierta vergüenza como si hubiese cometido una falta indecible, como si hubiese mirado mi cuerpo de madera desde fuera con resignación y aplomo. Solo pude, y lo admito con intima desaprobación, sonreírme torpemente, hacer un ademán para acariciarle la frente, huir de esa escena y refugiarme frente al escenario para contemplar el resto de las presentaciones, mientras miraba de reojo, con un arrebato furibundo, con la melancolía que me invade durante los atardeceres de invierno al resto la gracia de aquellos seres que yo ya ni recuerdo en mi.
La continuación natural bien se sabe: el niño deja de serlo para ser un insecto como Gregorio Samsa, el postrer Pinocho.
Y la noche que ella venga a presagiar con su vara el fausto gesto de mi salvación, preferiré morir ahorcado mirando en un espejo la nariz en punta crecida, el sombrero y el traje floreado. No lo se…no lo se… probablemente, acaso, Turchina ya operó en mí de un modo silencioso y mágico como acostumbra. Tal vez para evitar que me muera de pena (algo de eso sospeche en Plaza de Mayo). Pero si de algún modo misterioso, si por alguna conjura de muerte o de redención eludo el destino de Samsa, tal vez el tiempo y los muros y las alas que se agitan en plena avenida, sean un presagio propio de eternidad o de fatiga.
Consideraciones de Ocurre...
lunes, 8 de diciembre de 2008
Acerca de la edición Misceláneas de La metamorfosis y otros cuentos

Jorge Luis Borges
y lo alude una vez mas cuando refiere a Der process como una de la novelas mas prolíficas del siglo pasado. Aun así no pretendo argumentar la preeminencia de Kafka en el pedestal de los hombres imbuidos de una pesada carga que, cualquiera puede vindicar como interna, pero en muchos casos proviene de hechos exógenos.
No obstante, cabe una distinción: la principal y mas insoslayable angustia es, si no me engaño, la que genera el paso del tiempo. Mas allá de la opinión de los nihilistas ( de la que me desligo sin muchas reticencias) del barrio o de los torpes polemistas que sancionan este temor como prejuicio burgues, prodigando, cínicamente, el consabido alegato de la felicidad de los años plenamente vividos. Por desgracia se engañan a sí mismos y suele suceder que quienes la ignoran, la sufren aun mas a veces de un modo secreto.
N.A.: En días últimos he aprendido que lo mas terrible no es el paso del tiempo, pese a la línea miserable en las noches buscaba afirmarse en la sustancia fugitiva del tiempo (Jorge Luis Borges, El milagro secreto; 1943) y como esa sucesión y ese tiempo llevaban a Jaromir Hladik a la muerte y la inmortalidad de Los enemigos y del exámen de las exquisitas fuentes judías de Jakob Boheme, lo tétrico es traicionar esa sustancia y, en ella, la dimisión de cada uno de nosotros.
domingo, 7 de diciembre de 2008
Ocurre...
Contemplo al rostro que odio,
que lo cubre el infame murmullo
de horas vanas
De la razón,
Y en los umbrales yacen
retazos harapientos de triángulos diáfanos
Y rústicos zapatos de punta,
paraguas de dias grises
Probos,
Refulgiendo al albur de la espada desvainada.
Ocurre a veces, cuando absorto
Contemplo el rostro que amo,
Los trémulos charcos tambalean
Y de bruces cruje
la soledad indomita de la acera;
tus ojos castaños centellean
cubriendo de vergüenzas
los rostros cobardes,
cuya voz
desconocen los muros, la empalizada
o el monumento.
Un gélido crujido
Que Dilapida la esperanza y el hálito,
el pulmón ensombrecido por la nieve,
Y severos círculos
pueblan las casas antaño de canallas
Y de espectros con cuerpos
Mustios e imprecisos.
Ocurre a veces cuando absorto
Contemplo el rostro que odio,
Las luces palpitan
Y repaso mis huellas cansadas
Aferrándome a las paredes,
A las barras, a las nubes púrpuras
Del instante próximo al ocaso.
Ocurre a veces cuando absorto
Contemplo el rostro que odio,
Que mi alma despilfarra incienzos
Y la sonrisa se desangra en un estruendo siniestro ,
Entre inifugos postes verdes
Y tripas y cuchillos translucidos
Que discurren por terraplenes hechos de barro y cal.
Ocurre a veces cuando absorto
Contemplo el rostro que amo
Que la vida intuye de antemano
Las heridas,
Y la cicatriz que besada
Se funde a la sangre,
En labios penetra,
Y en labios,
un ligero instante de eternidad acata.
viernes, 5 de diciembre de 2008
Final alternativo
No sé como empezó todo, si me lo contaron, lo escuché o lo viví. Ignoro que pasó antes, incluso nada me asegura si hubo un antes. Mucho no importa. Me cuentan que la vio, una tarde en la boca del subte en Madrid o en Buenos Aires. Que parecía una espiga huérfana en medio de la ciudad, luminosa y triste, con la mirada sombría. Se paseaba por la acera sin rumbo. Y acaso los transeúntes que fluían del sol como esquirlas moribundas, la atropellaban con furibunda impaciencia. El la vio, sí la vio, en todo su esplendor entre ese oleaje irracional, mustio, absorta o perdida y es que comprendió que todos estamos perdidos en la ciudad a la búsqueda de quien sabe que…. Asuetos de memoria, transidos, locos…entre ese fragor la vio y sé que comenzó a seguirla por la calle hasta la boca de otra estación del subte. Sin perder detalle contempló sus pasos que se derrumbaban en la acera y suscitaba la vergüenza de cientos y cientos de adoquines negligentes y opacos. Sus ojos como perlas de sol. Su pelo azabache que le traía el recuerdo del incienso y la verbena.
Tomaron juntos el subte al centro pero ella... ella no le vió. En verdad, no veía a nadie. Parecía cansada, lánguida, inmersa en un mar de aparente calma a punto de estallar. Y en el tiempo que duró ese viaje miles de pensamientos cruzaron por su mente ¿y si le hablaba? ¿ qué le diría? La excusa de un presentimiento o de un augurio era casi ridícula. Pero hay casos que son así, en el que uno ve a alguien o conversa dos palabras o se equivoca de numero y ella esta ahí y uno lo sabe y cierta nostalgia inconcebible por el pasado aparece; un pasado conjetural. ¿Nunca les ha sucedido?... Que creen que un detalle, una línea de su cara, les trae una sucesión, una idea, una fortuna y se preguntan si existen los amores a primera vista, pero… ¿es que acaso hay otros?
Ella se bajó en la ultima parada, en el centro de la ciudad y otra vez vio surgir extraños y miradas y cantos inmemoriales que emergen de lo bajo del asfalto seco. Él la siguió…la siguió por el parque, cuidando derramar su sombra fuera de los canteros prohibidos. Ella entró en una tienda de discos y él, desde el cristal del escaparate, la espió admirando tapas y aquellas viejas partituras del Cancionero. Continuó hasta una esquina y hasta un bar y hasta un enorme edificio marrón donde, luego, pudo adivinar que trabajaba. Y él a la zaga. Ella entró al edificio y durante seis horas se quedó junto a la puerta principal esperándola. No cejó de meditar acerca de si debía decirle algo, algo ingenioso o algo concreto. Bueno… mira, me has llamado la atención y puesto que soy muy distaído necesito tenerte a mi lado para no perder la memoria de tus detalles o aquello de si no me conoces, no vas a poder darte nunca el lujo de olvidarme. Pero era probable que aquella mujer no se interesara ni por su memoria, ni por el lujo. Se quedó entonces esperándola a la salida. Taciturno, vigilando cada egreso hasta que, al fin, salió. La persiguió otra vez. Anochecía. Ese remanso de la noche muerta no lo agotó sino que incitó su esfuerzo y su devoción. Se atrincheró en la puerta de su casa y al dia siguiente…y al siguiente…y al siguiente, la volvió a seguir hasta el trabajo. Ciertamente ella había notado su presencia. Advirtió que indagaba sus pasos y cada rato podía verlo ir por detrás en el subte, en la tienda, en el parque. Comenzó a sentir cierto temor, como es normal cuando un tipo desconocido te sigue. En el centro comercial, aterrada, llamó a la policía y le echaron y le rompieron la cara tres veces pero ¡que joder! él volvía a entrar y guardaba para sí el la melodía acompasada de sus huellas. Y así prosiguió tras ella. Pasaba horas frente a la ventana de su casa, con sol y con lluvia. A veces, ella se asomaba a la ventana y le encontraba ahí inmóvil, adormeciendo el cristal de su ventana, de pie ante el aguacero completamente empapado. Seguía ahí parado y ella le miraba cada vez con más frecuencia. No cejaba de seguirla. Cada dia aguardaba en la puerta del trabajo. Y volvía con ella hasta su casa. Los fines de semana la veía salir en distintos autos y volver a la madrugada. Los días festivos se marchaba días enteros pero al regresar el estaba ahí. Los días mansos corrieron y el perseveraba en esa empresa. Cada vez mas convencido, cada vez mas enamorado de esa presencia y ella se acostumbró, un poco, a verlo cada día. A que la aguardara y escudriñara su silueta y sus olores y su aliento, en la puerta del edificio marrón, de su casa, en la boca del subte, en el parque donde leía novelas de bolsillo, durante la hora del almuerzo, en la tienda de discos mas allá del escaparate, en el centro comercial donde la policía lo miraba raro y lo marcaban. Donde ella estaba, el estaba sin decir nada, sin pedir nada. Y esa rutina inundó la vida de ella y se tornó, un tanto habitual, no monótona.
Hasta que un dia el desapareció. Ya no lo vio ni en el parque, ni en la puerta del edificio marrón, ni en el centro comercial, ni arrojando pétalos de flores sobre el dintel de su puerta, ni detrás del escaparate de la tienda de discos, ni en el centro comercial. Los días de lluvia miraba por la ventana y no le hallaba. Los días de sol parecían opacos; algo faltaba frente a su casa. Y pasaron los días, y los árboles de la callecita continua morían y el humo devoraba la ciudad pero el no apareció. Ella comenzó a preocuparse y pensó ¿donde estará? ¿le habrá sucedido algo? ¿Donde, donde estará?...
Contrató, entonces, a un profesional para que lo buscara. Le dio las señas, le proporcionó datos de cómo se vestía, su apariencia, su cadencia…
Los meses pasaron hasta que el detective llegó a la casa de ella con un papel y una dirección. Ella tomó el papel. Era rugoso como rosa marchita de primavera. Se dirigió a la dirección anotada allí. Arribó a una pensión un tanto mugrienta. El vaho se confundía con las tinieblas en aquel lugar y probablemente fueran una y todas las tinieblas. Preguntó por aquel dando algún detalle. El encargado le señaló la habitación y ella caminó un tanto trémula, devorando cada centímetro de pasillo, dubitativa y voluntariosa, a la vez. Las travesías suelen tener eso... verdad… sobre todo aquellas que estimamos conocidas y misteriosas como paradoja irresuelta. La puerta estaba abierta y el dormía tendido en la cama. Ella lo miró, reconociéndole de inmediato. Tomo una silla que estaba junto a la mesita de luz y se sentó. Espero y espero…mentalmente intentaba determinar que le diría… ¿como justificaría su presencia allí? ¿Como explicar la pulsión que la había llevado hasta allí, la curiosidad? ¿O, si acaso, no fuera curiosidad y era otra cosa? ¿Acostumbramiento tal vez? ¿o deseo?, deseo de que estuviera donde ella estaba, que le extrañaba de un modo misterioso o la ingenua sensación de algo le faltaba y no sabia muy bien qué…
Pasaron las horas. Finalmente él abrió los ojos. Se vieron por primera vez, esta vez...
De los labios de ella no salió palabra alguna. El la contempló, inclinó levemente la cabeza hacia donde estaba ella y la silla y, suavemente ,murmuró, mientras oscuridad y la noche cubrían los cristales y los pormenores de la habitación, el muro y la mesa…el murmuró…murmuró…te estaba esperando… ¿por qué tardaste tanto?...
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Plata
encuentran al final una esquina,
un recodo...
Buenos Aires entre neblinosos amaneceres
y recurrentes vaivenes,
con sus nubes púrpuras
conjurando, secretamente
el misterio del universo,
con su aliento inconcluso
y sus fuentes
su luz de farol tenue,
se recubre de heridas
y, de ellas, siempre me ha parecido,
emerge mas tersa y hermosa.
Chapoteamos por charcos,
y veredas discontinuas y memoriosas
que recuerdan el estrépito sigiloso
de la risa de la primavera
y la imprime como huella en tierra.
Conjura ciertas cosas ínfimas:
el fin de siglo,
El clarear de la sombra,
El remanso acostado sobre la acera
Como la ciudad del sur que amo.
Pero esta siempre es mas mía
Porque descifra mi estertor de cansino paso,
porque me envuelve, me despedaza y alimenta
Con furia y soledad,
En el canto conjetural del reloj inglés.
Y el amanecer me devuelve la brisa de mi aliento,
El aroma de perversa melancolía de la orilla,
El restañar de la guitarra en lejano fado.
Como la ciudad del sur que amo.
Pero esta soy solamente yo
Y aquella, tú y mi esperanza.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
jueves, 9 de octubre de 2008
domingo, 5 de octubre de 2008


Antes del video o vínculo que agrego, vaya a saber, transcribo dos picardías, una de Bakunin, la otra de Whitman: "mientras haya una clase inferior perteneceré a ella, mientras haya un elemento criminal estaré hecho de él, mientras haya un ser humano esclavo yo no seré libre"; la de Whitman no es menos suscinta: "no tengo catedra, ni iglesia , ni filosofía, no llevo a ningún hombre a la mesa puesta, a la biblioteca, a la bolsa, pero a cada uno de vosotros, hombres o mujer, lo llevo a una cumbre...
sábado, 30 de agosto de 2008
sábado, 9 de agosto de 2008
Recuérdalo tu y recuérdalo a otros

He caído, no obstante, en un terreno escabroso últimamente; la reconcentración en los objetos puede ser fatal, como bien lo advirtiera Poe en Berenice. Convengamos que las revisiones infinitas nos previenen de lo que bien dijera Talleyrand a Napoleón "cuando un punto se exagera demasiado se vuelve insignificante". Extrañamente Talleyrand, pese a sus manipulaciones, tenía el mal talante de acertar cuando se refería a la obstinación; tal vez porque él mismo era un agente concienzudo en menoscabar la gloria de su Emperador. En este punto atinó; las cuestiones que adolecen de mayor énfasis se desvanecen en esa pulsión, en esa voluntad, que acaba por adquirir el papel principal. En este foro no quiero eso. He eludido, por ello, referir ciertas cosas o, lo he hecho, por cortadas o callejones cubiertos por el polvo y las sombras de la quietud.
La esperanza carece de casi todo: de universo, de soles colgados en nuestra ventana que suelen fingir los días y las noches, pero no de la solidaridad colectiva, no de la memoria. Hemos recorrido tantas horas en penumbras que, a veces, el refulgir de las candiles nos parece un espectáculo foráneo, porfiamos y lo juzgamos como una alucinación inconforme.Durante los últimos años fuimos mudos testigos del reverberar de un tiempo herrumbroso, con figuras pálidas y bien acicaladas, envileciendo la cadencia de una Buenos Aires mermada, vaciada de sí, herida hasta la profundidad de sus calles con cicatrices no silenciadas, reabiertas cíclicamente. Suele ocurrir; cuando la esquizofrenia adquiere el carácter de verdad y sus principios son justificados por la letra escrita y la praxis cotidiana, no hay remedio alguno; la percepción se diluye en virtud de la escasa pericia, la conciencia se estupidiza y creemos en una continuidad fatal de lo atroz e inicuo. Las generaciones sucesivas, atentas este triunfo o consagración de la injusticia, no pueden exigir nada, lo cual no sería demasiado importante, sino fuese porque este movimiento la imposibilita, incluso, a resistir.
El golpe militar de 1976 fue el último elemento de esa puesta en escena. Y abrió una brecha profunda entre ésta y otras restauraciones anteriores, puso de manifiesto el puño oligárquico, su crueldad y desprecio hacia la vida humana y al carácter de la solidaridad en general. El proceso democrático subsiguiente afirmó la pertinencia de ese rechazo mediante la ficción legal que, por otra parte, ya había filtrado la subjetividad nacional.
No nos dimos cuenta de algo esencial: como le sucedió a España desde 1936 hasta 1939 y aun tras la guerra civil, hemos perdido a la mejor generación de argentinos que jamás ciñó los pies sobre la tierra; nos hemos perdido a nosotros mismos. Sin saciedad, los responsables de aquello filtraronen grado diferente nuestras interpretaciones y nos impartieron las nociones que, hasta hoy, permanecen en nuestros juicios sobre la ideología, la solidaridad colectiva, la razón, el progreso, la sensatez… Sicarios que hoy se sienten con pleno derecho a alucinar con supuestas subversiones marxistas, guerras, comandos, penetración ideológica internacional, en el marco de la guerra fría, para legitimar su participación en el terrorismo de estado y el Plan Cóndor pergeñado por los Estados Unidos de América y, antes que nada, en las monstruosiades mas rutilantes como fueron la desaparición sistemática de personas, la expropiación de propiedades incautadas a sus victimas, el robo de bebes, la destrucción de la economía a partir de la disolución del estado de bienestar y la apertura asimétrica de las barreras comerciales, persisten en la perorata sin contenido racional alguno; todo ello, bajo la eficaz tutela de las figuras que la inteleccióndel pueblo fue cobijando a partir de los lideres de opinión, el sentido común y la inmediatez de las respuestas sencillas, basadas en el esfuerzo mínimo de la capacidad analítica. La ideología se convirtió en mala palabra, en sinónimo de algo espurio, impreciso; las reivindicaciones populares, reducidas a la simple manifestación por la instalación de algún semáforo en una esquina perdida. Aunque sí se aceptó graciosamente, la impunidad del asesinato y la injusticia por parte de un estado que supo arrogarse el papel de ejecutor de sus ciudadanos en una falaz guerra interna para ponerse al servicio de los intereses de la oligarquía nacional y de los agentes de la economía extranjera.
Hemos perdido a la mejor generación de argentinos que jamás ciñó la tierra sobre sus pies, lo repito; y hasta que su crimen no sea efectivamente sancionado y los responsables puestos en prisión, después de atravesar por el juicio, por las largas sesiones en tribunales y los procedimientos legales que ellos les negaron a sus víctimas, no podremos alzar verdaderamente la mirada.
Un vendaval nuevo incursiona el aire del Río de la Plata, llenándolo de bríos nuevos para los tiempos que corren. Uno a uno, van cayendo los sicarios que nos privaron del influjo de hombres y mujeres que se rebelaban ante la opresión y el mundo perecedero de sus mayores, cuyas frentes imaginaban el paraíso y las dunas y los mares enlazados en una sola estela anacrónica e insustancial. Y quien contempla por televisión sus fétidos rostros y sus infamias y fantasías, ríe con vergüenza y espanto, siente íntimamente que los tiempos admiten una réplica. A partir de ahora la historia se confía en nosotros para aprovechar el tiempo venidero y hacer del sueño de aquellos, los nuestros y los de quienes nos siguen. La justicia toma otro cariz y la rubricación vergonzosa de la inequidad queda, para siempre, borrada de la sucesión de los eventos de nuestro país. Pese a todo, como España, adolecemos de ciertas sombras que, en la clandestinidad y no tanto, rebaten la utopía de los que sueñan con el sueño eterno de la vida y sus vicisitudes. La única forma de vencerlas, creo, es afrontar los desafíos de quienes lo dieron todo por ella, incluso su vida misma. La nobleza de ellos será, entonces, la nobleza nuestra.
Que quede registrado: un nuevo tiempo se aproxima, y si no es nuevo, al menos tendremos el consuelo de que las inquietudes renacen y los infames conocerán el destierro y el escarnio de la imprenta y sus deudos.
Invoco a Cernuda para denotar una curiosa simetría y una hermandad secular:
1936
Recuérdalo tu y recuérdalo a otros,
cuando asqueados de la bajeza humana,
cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tu y recuérdalo a otros.
En 1961 y en ciudad extraña,
mas de un cuarto de siglo
despues. Trivial la circunstancia,
forzado tu a pública lectura,
por ella con aquel hombre conversaste:
Un antiguo soldado
en la Brigada Lincoln.
Veinticinco años hace, este hombre,
sin conocer tu tierra, hoy lejana,
y extraña toda, escogió ir a ella
y en ella, si la ocasión llegaba, decidió apostar su vida
juzgando que la causa allá puesta al tablero
entonces, digna era
de luchar por la fe que su vida llenaba.
Que aquella causa aparezca perdida,
nada importa;
que tantos otros, pretendiendo fe en ella
solo atendieran a ellos mismos,
importa menos.
Lo que importa y nos basta es la fe de uno.
Por eso otra vez hoy la causa te aparece
como en aquellos días:
noble y tan digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe aquella, él ha mantenido
a través de los años, la derrota,
cuando todo parece traicionar,
Mas esa fe, te dices, es todo lo que importa.
Gracias compañeros, gracias,
por el ejemplo. Gracias porque me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
uno, uno tan solo basta
como testigo irrefutable
de toda la nobleza humana.
Lo recuerdo yo y lo recuerdo a otros…
jueves, 31 de julio de 2008
No te salves
y congelas el júbilo
Acerca de la edición Micesláneas de tres cuentos de Kafka

y lo alude una vez mas cuando refiere a Der procezz como una de la novelas mas prolíficas del siglo pasado. Aun así no pretendo argumentar la preeminencia de Kafka en el pedestal de los hombres imbuidos de una pesada carga que, cualquiera puede vindicar como interna, pero en muchos casos proviene de hechos exógenos.
No obstante, cabe una distinción: la principal y mas insoslayable angustia es, si no me engaño, la que genera el paso del tiempo. Mas allá de la opinión de los nihilistasm ( de la que me desligo sin muchas reticencias) del barrio o de los torpes polemistas que sancionan este temor como prejuicio burgues, prodiagando, cínicamente, el consabido alegato de la felicidad de los años plenamente vividos. Por desgracia se engañan a si mismos y suele suceder que quienes la ignoran, la sufren aun mas a veces de un modo secreto.
26 de julio
Acequias y miríadas de copos deshilachados
Allá a lo lejos,
En el horizonte,
Conjetural, transido,
Vistiendo el otoño aterido
En que la humedad agonizaba
Sobre la acera ocasional.
¿Qué es estar perdido? Preguntó:
Es la oscuridad detrás del cristal,
Su pesadilla,
La lejía disonante en las azoteas,
La tarde de angustia
Frente al mudo ordenador
Cubierto de dudosas y culpables sombras.
Los augurios, el semblante solitario
De una estrella anodina.
Y hacia la esquina
El claro mortal de la ausencia
De las casitas bajas,
Del portón que se derrumbaba
Contra el callejón.
¿Qué es estar perdido? Preguntó:
Es saberte en otra sucesión, en otras muertes
Es creerte cubierta
Por el aliento vernáculo
Que cunde en los bares
Entre perfumes, entre alegorías
Diagonales desgastadas
Por la huella nefasta de antiguos fantasmas
Cuyo castillo se derrumba
En la ciudad plomiza, burocrática, muerta
Husmeas el aire con asueto
Y los espejos desfallecen
Por íntimas vergüenzas
Que alguna vez juramos no ver.
Y las batallas perdidas
Causan estupor
Ahogando mi pecho,
Aprisionando entre garras de plata y azufre
Los gritos que hubiera debido dar.
¿Que es estar perdido? Preguntó:
Es conjeturarte intacta, feliz,
Orgullosa y atrevida
Militando inconsciente en plazas y claustros,
En ferias que en otros tiempos
Se hubieran vuelto invisibles,
Y tras acallar los murmullos
Que abrigaban,
Declinar invariable al amanecer.
Andarás a las prisas encaramada,
Conjugando rostros y miradas
Vilezas o inciensos de rutinas nuevas
Que amparan las almas de la monotonía o del oprobio.
¿Qué es estar perdido? Preguntó
Es tu voz que no llega ni me abandona
Diluyéndose a través del tamiz de los sueños
Y a ellos se aferra,
Sin fuga posible.
¿Qué estar perdido? Preguntó
Es conocer que no hay respuesta al enigma
De tu piel estrechamente infinita
Que en ánforas de fuego
Se desgarra,
Bajo los velos
De un cielo troquelado y a la vez diagonal.
lunes, 28 de julio de 2008
Anotaciones sobre la canción de autor
Allá por el año 1935 la pluma de Alfredo Le Pera ensayaba: Vivir...con el alma aferrada a un dulce recuerdo/que lloro otra vez... /Tengo miedo del encuentro/con el pasado que vuelve/a enfrentarse con mi vida.../Tengo miedo de las noches/que pobladas de recuerdos/encadenan mi soñar...
Un año antes escribía: Si arrastré por este mundo/la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, bajo el ala del sombrero cuántas veces embozada/ una lagrima asomada yo no pude contener./ Si crucé por los caminos como un paria /que el destino se empeñó en deshacer o que veinte años no es nada,/que febril la mirada,/ errante en las sombras,/te busca y te nombra./Vivir.../con el alma aferrada/a un dulce recuerdo/que lloro otra vez...
Borges señaló, parejamente y con acierto, que el tango nos daba la certeza de haber cumplido ya con las obligaciones del amor y la valentía. Y algo de eso hay.
Creo mas que nada que la canción de autor nos devuelve los ecos de los eventos que pasaron, tal como la imaginación nos dicta que han pasado y los versos de Le Pera parecen sostener, asimismo, que la batalla contra el tiempo es la fuente y el cause de la angustia pequeña del autor; angustia que en algunos casos adquiere la forma de pregunta: ¿qué hay de aquel amor que nos señaló?/ya no queda ni la sombra/ ¿qué será de tí? /¿dónde fuiste a dar?/ ¿aun te queda alguna peca? o de afirmación: y de aquellos años verdes solo queda un breve aroma de una carta y de un helado de vainilla.
Y aun más: Bergia inicia la composicion advirtiendo, no al que efectivamente quedará absorto o extasiado, por la letra, sino a los otros, a los poco habitués de la nostalgia, o a la posible destinataria: quieras o no quieras recordar y ya advierte de que viene la cosa.
Ismael serrano hace lo mismo en Donde estarás pero el compás de esta canción difiere a la anterior en cuanto a su posición en la escala del tiempo. Mientras Bergia refiere un pasado demasiado lejano y casi conjetural, Ismael remite a algo mas tangible o próximo, casi reciente. La consecuencia de ambas es la misma pero mas atenuada en cuanto a la inclinación del oyente del segundo al ejercicio de esa angustia del discurrir.
Idéntico movimiento notamos entre Qué andaras haciendo ahora con cualquier otra pieza de Bergia o la variación afortunada de Te conocí en fragmentos como: Y ahora te miro/ tras tantos años. /Creo que aún te debo/ muchas canciones, /regar las flores de tu regazo./ El tiempo y sus mareas fueron meciéndonos con sus latidos. /El fiero canto de un guerrero cisne/ anunciaba un nuevo siglo. /Cayeron hombres, levantaron muros y aún seguías conmigo. Mas allá de la perfección de su cadencia y sus entreveros de presente , pasado y porvenir, como si dictaran favorable sentencia a la afirmación de San Agustín de que cada punto presente del tiempo contiene a los otros dos, indican, en este caso, un triunfo conjunto o una celebracion de pasado. Vale decir en todo caso que el presente también acarrea al pasado y al porvenir en sí mismo y no como extensión o metáfora.
Serrat en Aquellas pequeñas cosas antecede prodigiosamente a ambos y, en algún punto, alude la precaución de Le Pera de un estado en el cual uno ya no es lo que ha sido y la íntima e irremediable vergüenza de esta flagrante negligencia : Son aquellas pequeñas cosas,/que nos dejó un tiempo de rosas/en un rincón,en un papel/o en un cajón.
Pero en realidad toda la canción es la nostalgia, desvainada en letra y musica; Una de sus mas perfectas representaciones, sin la oprobiosa necesidad de un referente externo.
La nostalgia de las canciones de autor constituyen un grito desesperado, una objeción. Es, probablemente, quedar solo y gritando en medio de la plaza, del parque, de la feria deshabitada; una interpelación al tiempo, notable noctámbulo que resiste la vigilia y el fulgor de las madrugadas solitarias o acompañadas. Y acecha, implacable, sórdido....
Las generaciones actuales (salvo deliciosas excepciones) han tenido la deferencia de desdeñar este tipo de canciones, por suerte. Así desprecian el tango (sólamente les atrae la grácil y furtiva exaltación del baile y el encanto de aquel sobre los turistas y los barrios del norte de la ciudad), y la canción de autor, desde otros géneros, gana terreno únicamente por el beneplácito del mercado que apela a caracteres ajenos a lo propio de la letra y la música.
No sé si esto es digno o execrable. Yo disfruto mucho de la canción de autor, sea un tango o no. En parte, por lo que alguna vez confesó Alejandro Dolina (El libro del fantasma, Tratado de música y afines), cuyas convicciones o artículos, muchas veces han tomado forma de melodía y declamación; en parte, porque me suscitan ese resquemor y esa angustia por el tiempo, por esa batalla inútil que es la madre de las batallas y que, como bien se dice ,está condenada a la consagración de lo que se diluye perpetuamente, sin posibilidad del majestuoso alegato o de la objeción práctica.
Ese placer indolente de la contemplación de una estela sucinta, de un pasado y un porvenir que se entremezclan furiosamente en el presente, en la creencia y en la vigilia, es mi dicha y mi tesoro. Como nos espeta Nunca te dije:
Quedan atrás días alegres,
viejos bares, tu buhardilla, mi seiscientos,
un paraguas y una rana,
un teléfono sin número,
una almohada abandonada
o
Parece que fue ayer pero han pasado
ya unos veintitantos años.
Madrid era una caja de sorpresas,
yo tenía aquel dos caballos.
No había que dormir, no importaba el porvenir,
cada noche por delante.
Hasta el amanecer entregados al placer
como siempre dando el cante.
Vimos pasar algunos trenes con pañuelos
que decían adiós.
Los compañeros del colegio,
las caricias de aquel primer amor.
Aquello era vivir sin tener que decidir
cuál era nuestro destino.
A mí me daba igual, tenía vitacal,
mi guitarra y una amante.
Y resulta que aunque no esté mal a veces
es terrible estar sólo.
Amanece pero no es igual,
no queda nada después de todo.
Cantábamos en los setenta aquellas canciones
de Stephen Stills "love the one your with"
empaquetados en tu vespa por las calles
de aquel viejo Madrid.
Buscando algún lugar donde poder tocar
todas nuestras ilusiones,
tendremos que ensayar, mañana hay que tocar
quién me deja una guitarra.
Echo de menos las fantasías
de aquellos días que no volverán.
Tus deliciosos veinte años cuando
te decidiste a ser mamá.
Soñando un porvenir, mañana hay que seguir
como siempre hacia adelante.
Qué le vamos a hacer si me tocó perder
por dudar de la evidencia.
Y resulta que no me da igual,
ahora es terrible estar solo.
Amanece pero no es igual,
no queda nada después de todo.
Fueron días felices que ya no volverán.
Hay que echarle narices que otros días vendrán.
Parece que fue ayer pero han pasado
ya unos veintitantos años.
N. A: Nótese que cuando refiero nostalgia hablo de melancolía. No es complejo advertir que la nostalgia es funesta; prefiero el foco apuntando hacia adelante en el escenario. La melancolía, o la certeza de la derrota que nos depara el curso de los años, es el sentido verdadero del azar de nuestros actos (o debería serlo). Depende de como afrontemos esa gresca fatal e injusta. Los bellos personajes del maestro Benigni en El tigre y la nieve nos dan una muestra de los dos extremos de esa confrontación con el destino: la del poeta italiano Di Giovanni o la del islamico Fuad. Yo prefiero una de ellas; no hace falta decir cuál.
viernes, 25 de julio de 2008
Otra condena
Oportuno, tardío, dilatorio fallo; inconmensurable ya, y auspicioso para las generaciones que poblamos de aquí en adelante la sucesión y la cadencia argentina. Pero puntualmente me pregunto por los vastagos de la lógica que exhibió Menéndez, con inopinado rigor, durante su alegato final. Esa alucinación conspirativa marxista que, según él, ha tomado el poder político mediante la estrategia gramsciana para luego, en un futuro, tras abandonar su disfraz legalista y democrático, mutar en un régimen opresivo, totalitario, negador y vituperante de la fe cristiana y los sagrados valores occidentales.
Cabe decir que los oficiales y los altos mandos del ejército durante los años de la dictadura, han criado hijos, educándolos y adoctrinándolos de una manera muy parecida al resto de los individuos. Incluso, habiéndose comportado como excelentes padres, procuraron, en muchos casos , satisfacer con afecto las pretensiones y necesidades que poseen los niños durante sus años de mayor indefensión y dependencia. A la par, estos hombres, al igual que cualquier otro, le transmitieron a aquellos sus prejuicios, sus miedos, sus incertidumbres, su locura. Y como cualquiera de nuestros mayores, les impusieron una serie de premisas inclaudicables que se ciernen como artículos de fe en su conciencia. Son ellos los que me preocupan.
Hay algo, por lo demás, incomprensible en la estructura de pensamiento del represor y del militar. Algo irracional o estúpido. Y, la potencial reproducción de esa estructura, ensombrece cada dictamen que se pronuncia en los tribunales de juicio. La posibilidad está; uno nunca sabe, con indeclinable certeza, los resultados de determinadas acciones; existen probabilidades y, a la par, un emporio de dudas; cada consecuencia frente a cada causa, constituye, al fin, un misterio parcialmente irresoluble. Existe la ocasión de fuga.
La reacción ha penetrado en todos los foros de la sociedad argentina, cuya base misma es alimentada por conceptos ajenos a toda forma de solidaridad o fraternidad inmediata entre sus miembros. Aun así, esta pervivencia no puede ser eterna como nada, en definitiva, lo es ; un movimiento de afirmación debe reavivar cada tanto sus fuegos . Y estos zarpazos desesperados han despedazado con cada gobierno de facto nuestras esperanzas y nuestra fe en un destino diferente.
Es finalmente, la presencia del observador, simultáneo o futuro, la que rehabilita el anhelo y el empeño de modificar la soberbia marcha de los acontecimientos.
La algarabía, el llanto, los estruendosos murmullos que el juez Jaime Diaz Gavier intento en vano contener (como si se pudiera detener una marejada o una tormenta contenida por el gris o el vaho), el gesto de desconcierto de los familiares de desaparecidos que presenciaron la audiencia final, pueblan mi impresión del juicio.
Es, acaso, imposible escribir la felicidad. Yo no lo intentaré, siquiera, en estas líneas. Invito a quienes lean esto a componerla como les plazca. Por mi parte, absorto en la posibilidad de huida, de deconstrucción, intuyo que el horror todavía no nos es ajeno o indolente. Tampoco el puñal de la impunidad y el delirio.
Quise creer que Michelé Najlis implora este mismo desvelo, en estos versos:
Nos persiguieron en la noche
nos acorralaron
sin dejarnos más defensa que nuestras manos
unidas a millones de manos unidas.
Nos hicieron escupir sangre,
nos azotaron;
llenaron nuestros cuerpos con descargas eléctricas,
y nuestras bocas las llenaron de cal,
nos dejaron noches enteras junto a las fieras,
nos arrojaron en sótanos sin tiempo,
nos arrancaron las uñas;
con nuestra sangre cubrieron hasta sus tejados,
hasta sus propios rostros,
pero nuestras manos
siguen unidas a millones de manos unidas.
A todos ellos unimos nuestras palmas...
N.A. Los invito a ver el video de la sentencia en Protagonistas del Sur. La imagen final es exultante.
jueves, 24 de julio de 2008
Ni la muerte, ni el instante
de un reflejo inerte,
de esferas rústicas, del trazo de una estela.
Y los terraplenes me devuelven tu beso
y la oscuridad en que retorna
Lentas filas andariegas de humos lúcidos y mortales
acatan tu mirada enlazada
justa, militante, conjetural.
Hoy, en que los días son herrumbrosos
y la aurora duele a la luz de las heridas.
Y los discursos resuenan a lo lejos,
como un eco furtivo.
Empereciendo la calma,
el vaho te devuelve cubierta en llamas.
Veo a la ventana mecida en la ciudad
en sucias marejadas de polvo, de sudor
que entibian el hálito confuso,
dilatando las mudos lienzos de la rutina.
Y, anacrónica, entibias con tu aroma
ese andamiaje frío que me mira de frente.
¿De qué valen la oscuridad, el infierno, las tinieblas
la claridad, que penetra y redime,
los pasos y la huella,
si la esperanza se ha marchado
tras los ruidos y el candor
de Julio?
Hoy veo a la ventana con la visión
un poco maltrecha y envilecida
turbia, encaramada,
en la convicción
de que la nada nos espera
a la deriva,
prosternada
ante la desdicha de su propia imago.
Veo a la ventana y mi boca se seca
Y las lágrimas enjugadas no vierten
en derrotero alguno su final
Veo a la ventana con el ansia
del paraíso que abrigabas
en tu regazo, en tus palabras,
en el cálido coro de tu vientre
que ya ni presagio.
Veo a la ventana y el orbe
replica ese vacío de la noche abstracta
inmersa en el coro sucesivo
en el fragor, en el delirio,
y me acerco al momento en que
la noche no era una,
ni la muerte, ni el instante,
ni lo eterno, ni el abrazo,
o la conjunción de cuerpos informes;
la noche era el ocaso
de la vigilia infame y repetida
viernes, 11 de julio de 2008
Con los cinco pinares de tu muerte y la mía
Tú volverás. Escucha. La promesa besada
Sobre tu cicatriz sin huella con racimo en silencio
Nos da destino y fruto en la herida del aire.
Si yo pudiera darte la creencia y los años,
La visión renovada esta tarde de otoño
Deslumbrada y segura sin recuerdo cobarde,
Vileza macilenta, sin soledad ni ayuda…
Es el amor que vuelve. ¿Y qué hacemos ahora
Si está la alondra del alba cantando en la resina
De los cinco pinares de tu muerte y la mía?
Fue demasiado pronto pero ahora no es tarde.
¡Si es el amor sin dueño, si es nuestra creación:
El misterio que salva y la vida que vive!
CLAUDIO RODRÍGUEZ
INDICES
jueves, 10 de julio de 2008
Algo no tan perdido
Ahora te figuro inmensa y peculiar,
Un inanimado misterio de corredores y parras
de ladrillo desteñido, un sendero,
Dilatado en extremos ladeados y alguna saliente.
Tu extensión es enigma enraizado en tierra furibunda
Mulata,
de tiempos en que la pampa era redonda
Y el sol emergía ayuno de miradas humanas.
Sucesivos tropiezos han quedado,
y en tí reposa,
Un daguerrotipo borroso de mis pies escuálidos,
De mi cuerpo liviano y sin cicatrices.
Sospecho que dos personas, o tres, se han perdido,
en la hondura de tus fondos,
absortos por el inacabado foso
que perfora la tierra en su magna cabalidad.
Dos han perdido la juventud y uno la niñez
Nota del autor: la casa, originariamente, perteneció a mis tíos. Siempre cobijé, para mis adentros, la conjetura o la certeza de que San Antonio de Padua, estación enclavada a manera de estorbo entre Ituzaingó y Merlo, era y es ilusoria; una mera entelequia que absorta al peregrino a detenerse en el trayecto hacia otros senderos mas prodigiosos. Con los años descubrí que todo ello es cierto y que sus arrabales constituyen la esencia inconcebible de ese obstáculo. Nadie se resiste a esa hondonada de casas bajas y techos a dos aguas; es el dichoso y particular hallazgo de todo joven y timorato poeta.
domingo, 6 de julio de 2008
DE LA ESTACION, DOS CUADRAS
Si tus calles apuran la sombra,
El adoquín las oprime
En mitad del remanso del callejón
Apacentado por la luna y sus escombros de plata.
Los serenos cautivos de prosapia
Presagiando la ruina circular
En noble lealtad de café
Entre anémonas de humo y sudor de sal
¿Que anodina voluntad, indiferente acaso,
inflinge al movimiento solemne, alertagado
su primigenia inercia, su halito?
¿Cómo llamaremos al sutil hacedor
de tus caprichosas veleidades de urbe,
de los recónditos murales arraigados
que se derraman sobre la callejuela,
de todos tus ditirambos de bronce?
Tu sur es un sur imprevisto, inmemorial,
Cuyo margen es de río y de mar a la vez.
Palida tiniebla entrevista
En los primeros movimientos del tiempo
Cuando la fundida tierra
indómita y virgen,
Te presentía en el candor de su trazo.
Al avizorar tu amanecer,
la imaginación prefigura esos avatares,
los cristales reflejan la inmensidad,
los imperios, caídos sol tras sol,
todos, son las lastimeras excusas de tu nacimiento.
viernes, 4 de julio de 2008
DESPUES DE LOS CIEN DIAS...
Ignoro si en las proximas horas habra agitación y dudas y cacerolas exteriorizando la mezquina exaltación de Recoleta, Palermo o Nuñez. Espero que no.
Las oligarquías prosiguen firmes en America Latina; cuanto más se las niega más aumenta la impresión de que continuan allí, cincelando nuestras vidas y nuestro presente. El debate en las comisiones de Agricultura y Hacienda arroja, paradójicamente, luz y neblinosas contradicciones al respecto, como todo este marasmo.
He comprobado cabalmente que la mayor parte de esta contienda responde, a riesgo de paracer exagerado, a una pulsión profunda de la identidad argentina. Hay algunas cosas en juego; entre ellas la posibilidad de conocer inequívocamente los intereses y la ideología de los implicados, certeza que se nos ha negado de manera tan directa y explícita hasta ahora. La otra posibilidad es el planteo de un modelo de sociedad, de una dialéctica que nos habilite a conformar al final del camino una sociedad materialmente igualitaria y humana.
La segunda cuestión es dificil de concebir desde los partidarios del agro. Ayer Jorge Obeid gobernador de Santa Fé, disidente de la posición férrea del gobierno en relación a las retenciones móviles fue abucheado a la salida del recinto. La postura es clara: se hace lo que queremos o no estamos conformes. Aparecen, además, críticas hacia la burocracia y la corrupción estatal. Me hubiese gustado que estas mismas voces se hubieran alzado contra las expropiaciones de los años noventa, refulgor y apogeo del neoliberalismo, o en la lucha salarial de los sindicatos. Se habla de los medianos y pequeños productores y, a la par, de que las retenciones se cobran al momento del embarque de los productos pero nadie refiere la fijación de los precios, el traslado de las pérdidas (desde los mas grandes a los mas pequeños) y los sueldos de los trabajadores del campo y chacareros. Las disertaciones se dilatan y cada uno expresa alguna verdad ailada pero los opositores del gobierno asumen un papel peligroso, irresponsable en muchos casos y condescendiente con grupos de presión que nos han condenado, cruentamente, con dictaduras y demás manipulaciones, a ser únicamente un país productor de materias primas en favor de sus intereses, en detrimento del resto. Se critica el papel intervencionista del estado; segúramente para favorecer los excesos de los privados.
Una dialéctica implicaría que de un estado A pasemos a uno B, con las reminiscencias del estado anterior. Este proceso es el que se dirime en Argentina y en América Latina, con las simplificaciones del caso de esta entrada. Confiaría, luego, en la llegada a C pero resulta, entonces, imprescindible colaborar para que B sea posible, aunque este estado equivalga a una derrota aparente. Creo que los ruralistas, la oposicion y ciertos círculos de la sociedad Argentina pugnan por seguir en A. Lo que es indudable, es que una cierta irracionalidad se deduce de sus pareceres, enfáticos, y corregidos por los asesores de prensa del señor De Angeli y compáñía (que cambió del "vamos a enseñarles a legislar" por "hay que procurar defender las instituciones como el Congreso").
En fin... son jornadas de luchas. Indicios no nos faltan por toda America del Sur; no obstante el faro de las Madres nos enseña el camino.
Acá en el sur el alba aun aguarda en el horizonte invisible, entreverado con el mar y el firmamento o, tal vez, entre nosotros apenas silente, escurridizo...
Ignoro si en las próximas horas tras la provisoria ratificación de la medida de las retenciones móviles habrá cacerolazos. Espero que no.
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