domingo, 7 de diciembre de 2008

Ocurre...

Ocurre a veces cuando absorto,
Contemplo al rostro que odio,
que lo cubre el infame murmullo
de horas vanas
De la razón,
Y en los umbrales yacen
retazos harapientos de triángulos diáfanos
Y rústicos zapatos de punta,
paraguas de dias grises
Probos,
Refulgiendo al albur de la espada desvainada.

Ocurre a veces, cuando absorto
Contemplo el rostro que amo,
Los trémulos charcos tambalean
Y de bruces cruje
la soledad indomita de la acera;
tus ojos castaños centellean
cubriendo de vergüenzas
los rostros cobardes,
cuya voz
desconocen los muros, la empalizada
o el monumento.


Un gélido crujido
Que Dilapida la esperanza y el hálito,
el pulmón ensombrecido por la nieve,
Y severos círculos
pueblan las casas antaño de canallas
Y de espectros con cuerpos
Mustios e imprecisos.

Ocurre a veces cuando absorto
Contemplo el rostro que odio,
Las luces palpitan
Y repaso mis huellas cansadas
Aferrándome a las paredes,
A las barras, a las nubes púrpuras
Del instante próximo al ocaso.

Ocurre a veces cuando absorto
Contemplo el rostro que odio,
Que mi alma despilfarra incienzos
Y la sonrisa se desangra en un estruendo siniestro ,
Entre inifugos postes verdes
Y tripas y cuchillos translucidos
Que discurren por terraplenes hechos de barro y cal.

Ocurre a veces cuando absorto
Contemplo el rostro que amo
Que la vida intuye de antemano
Las heridas,
Y la cicatriz que besada
Se funde a la sangre,
En labios penetra,
Y en labios,
un ligero instante de eternidad acata.

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