sábado, 30 de agosto de 2008

sábado, 9 de agosto de 2008

Recuérdalo tu y recuérdalo a otros





Queridos lectores (verbigracia, uno o dos) ustedes habrán notado el carácter general de esta colección de notas, no menos compactas que fallidas por lo general; Henchidas de subjetividades malhabidas y, en muchos casos, triviales que será lo que quiza mas fatigue a quienes recorran estas páginas. Los exonero, por tanto, de cualquier aversión o reproche de escarnio. Pero como mucho , y que esto no sirva de alegato, uno acata ciertas esperanzas y esta sucesión de desvelos, con la valoración que les corresponda a cada uno, surge de percepciones diversas; más que nada es el fruto de un cierto ahogo, ungido por la certeza de que cada signo admite tantas variantes…


He caído, no obstante, en un terreno escabroso últimamente; la reconcentración en los objetos puede ser fatal, como bien lo advirtiera Poe en Berenice. Convengamos que las revisiones infinitas nos previenen de lo que bien dijera Talleyrand a Napoleón "cuando un punto se exagera demasiado se vuelve insignificante". Extrañamente Talleyrand, pese a sus manipulaciones, tenía el mal talante de acertar cuando se refería a la obstinación; tal vez porque él mismo era un agente concienzudo en menoscabar la gloria de su Emperador. En este punto atinó; las cuestiones que adolecen de mayor énfasis se desvanecen en esa pulsión, en esa voluntad, que acaba por adquirir el papel principal. En este foro no quiero eso. He eludido, por ello, referir ciertas cosas o, lo he hecho, por cortadas o callejones cubiertos por el polvo y las sombras de la quietud.


La esperanza carece de casi todo: de universo, de soles colgados en nuestra ventana que suelen fingir los días y las noches, pero no de la solidaridad colectiva, no de la memoria. Hemos recorrido tantas horas en penumbras que, a veces, el refulgir de las candiles nos parece un espectáculo foráneo, porfiamos y lo juzgamos como una alucinación inconforme.Durante los últimos años fuimos mudos testigos del reverberar de un tiempo herrumbroso, con figuras pálidas y bien acicaladas, envileciendo la cadencia de una Buenos Aires mermada, vaciada de sí, herida hasta la profundidad de sus calles con cicatrices no silenciadas, reabiertas cíclicamente. Suele ocurrir; cuando la esquizofrenia adquiere el carácter de verdad y sus principios son justificados por la letra escrita y la praxis cotidiana, no hay remedio alguno; la percepción se diluye en virtud de la escasa pericia, la conciencia se estupidiza y creemos en una continuidad fatal de lo atroz e inicuo. Las generaciones sucesivas, atentas este triunfo o consagración de la injusticia, no pueden exigir nada, lo cual no sería demasiado importante, sino fuese porque este movimiento la imposibilita, incluso, a resistir.


El golpe militar de 1976 fue el último elemento de esa puesta en escena. Y abrió una brecha profunda entre ésta y otras restauraciones anteriores, puso de manifiesto el puño oligárquico, su crueldad y desprecio hacia la vida humana y al carácter de la solidaridad en general. El proceso democrático subsiguiente afirmó la pertinencia de ese rechazo mediante la ficción legal que, por otra parte, ya había filtrado la subjetividad nacional.


No nos dimos cuenta de algo esencial: como le sucedió a España desde 1936 hasta 1939 y aun tras la guerra civil, hemos perdido a la mejor generación de argentinos que jamás ciñó los pies sobre la tierra; nos hemos perdido a nosotros mismos. Sin saciedad, los responsables de aquello filtraronen grado diferente nuestras interpretaciones y nos impartieron las nociones que, hasta hoy, permanecen en nuestros juicios sobre la ideología, la solidaridad colectiva, la razón, el progreso, la sensatez… Sicarios que hoy se sienten con pleno derecho a alucinar con supuestas subversiones marxistas, guerras, comandos, penetración ideológica internacional, en el marco de la guerra fría, para legitimar su participación en el terrorismo de estado y el Plan Cóndor pergeñado por los Estados Unidos de América y, antes que nada, en las monstruosiades mas rutilantes como fueron la desaparición sistemática de personas, la expropiación de propiedades incautadas a sus victimas, el robo de bebes, la destrucción de la economía a partir de la disolución del estado de bienestar y la apertura asimétrica de las barreras comerciales, persisten en la perorata sin contenido racional alguno; todo ello, bajo la eficaz tutela de las figuras que la inteleccióndel pueblo fue cobijando a partir de los lideres de opinión, el sentido común y la inmediatez de las respuestas sencillas, basadas en el esfuerzo mínimo de la capacidad analítica. La ideología se convirtió en mala palabra, en sinónimo de algo espurio, impreciso; las reivindicaciones populares, reducidas a la simple manifestación por la instalación de algún semáforo en una esquina perdida. Aunque sí se aceptó graciosamente, la impunidad del asesinato y la injusticia por parte de un estado que supo arrogarse el papel de ejecutor de sus ciudadanos en una falaz guerra interna para ponerse al servicio de los intereses de la oligarquía nacional y de los agentes de la economía extranjera.

Desde entonces, en mayor o en menor medida la sociedad ha acatado mansamente muchos de sus conceptos, poniéndolos en uso cotidiano a veces sin intención de hasta hoy।Actualmente estas estratagemas se corroen y la historia devela su tan preciada anatomia a los hijos de aquel periodo nefasto. Esto es, intrínsecamente, lo que debemos apreciar, a partir de ahora, en extinción, porque los juicios y condenas públicas (y acaso también póstumas, según admita la circunstancia) a los represores que durante la última dictadura actuaron con la vehemencia de perros de cacería y mercenarios, funcionan, en nuestra sociedad, como marco para el repudio consumado, para mostrar definitiva e incontrovertiblemente el horror en estado puro. La publicidad y la realización del castigo a esta aversión es la forma de rescatar la lucha de aquellos que murieron con el sueño que hoy albergamos tantos de nosotros: otro mundo es posible.


Hemos perdido a la mejor generación de argentinos que jamás ciñó la tierra sobre sus pies, lo repito; y hasta que su crimen no sea efectivamente sancionado y los responsables puestos en prisión, después de atravesar por el juicio, por las largas sesiones en tribunales y los procedimientos legales que ellos les negaron a sus víctimas, no podremos alzar verdaderamente la mirada.


Un vendaval nuevo incursiona el aire del Río de la Plata, llenándolo de bríos nuevos para los tiempos que corren. Uno a uno, van cayendo los sicarios que nos privaron del influjo de hombres y mujeres que se rebelaban ante la opresión y el mundo perecedero de sus mayores, cuyas frentes imaginaban el paraíso y las dunas y los mares enlazados en una sola estela anacrónica e insustancial. Y quien contempla por televisión sus fétidos rostros y sus infamias y fantasías, ríe con vergüenza y espanto, siente íntimamente que los tiempos admiten una réplica. A partir de ahora la historia se confía en nosotros para aprovechar el tiempo venidero y hacer del sueño de aquellos, los nuestros y los de quienes nos siguen. La justicia toma otro cariz y la rubricación vergonzosa de la inequidad queda, para siempre, borrada de la sucesión de los eventos de nuestro país. Pese a todo, como España, adolecemos de ciertas sombras que, en la clandestinidad y no tanto, rebaten la utopía de los que sueñan con el sueño eterno de la vida y sus vicisitudes. La única forma de vencerlas, creo, es afrontar los desafíos de quienes lo dieron todo por ella, incluso su vida misma. La nobleza de ellos será, entonces, la nobleza nuestra.


Que quede registrado: un nuevo tiempo se aproxima, y si no es nuevo, al menos tendremos el consuelo de que las inquietudes renacen y los infames conocerán el destierro y el escarnio de la imprenta y sus deudos.



Invoco a Cernuda para denotar una curiosa simetría y una hermandad secular:



1936



Recuérdalo tu y recuérdalo a otros,

cuando asqueados de la bajeza humana,

cuando iracundos de la dureza humana:

Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.

Recuérdalo tu y recuérdalo a otros.



En 1961 y en ciudad extraña,

mas de un cuarto de siglo

despues. Trivial la circunstancia,

forzado tu a pública lectura,

por ella con aquel hombre conversaste:

Un antiguo soldado

en la Brigada Lincoln.



Veinticinco años hace, este hombre,

sin conocer tu tierra, hoy lejana,

y extraña toda, escogió ir a ella

y en ella, si la ocasión llegaba, decidió apostar su vida

juzgando que la causa allá puesta al tablero

entonces, digna era

de luchar por la fe que su vida llenaba.



Que aquella causa aparezca perdida,

nada importa;

que tantos otros, pretendiendo fe en ella

solo atendieran a ellos mismos,

importa menos.

Lo que importa y nos basta es la fe de uno.



Por eso otra vez hoy la causa te aparece

como en aquellos días:

noble y tan digna de luchar por ella.

Y su fe, la fe aquella, él ha mantenido

a través de los años, la derrota,

cuando todo parece traicionar,

Mas esa fe, te dices, es todo lo que importa.



Gracias compañeros, gracias,

por el ejemplo. Gracias porque me dices

que el hombre es noble.

Nada importa que tan pocos lo sean:

uno, uno tan solo basta

como testigo irrefutable

de toda la nobleza humana.



Lo recuerdo yo y lo recuerdo a otros…

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