viernes, 11 de julio de 2008

INDICES

Vine a enterarme, por estos días, que un tal José Arsegot compró una calesita al circo de los hermanos Segura y que la misma fue emplazada en la Plaza Irlanda. La travesía, que involucra a los hermanos Pometti, calesiteros de alma , un nieto de apellido Cavallieri y el acto de vandalismo que entre llamas casi ahoga las huellas de ese hombre que ahora conjeturo, son circunstancias anecdóticas y fortuitas.
Como hallazgo uno puede reputarlo azaroso; como exhortación para la curiosidad, merece una delicada atención. Vale, los hechos del universo no acontecen por nada o el absoluto desparpajo debe, al fin, equivaler a un cierto orden. No estoy seguro y admito cualquier opinión en contrario.
No obstante, estos días han sido días muertos, no en cuanto a lo literario, pero sí en un sentido vital; únicamente la convalescencia logra tamaña suspensión, tamaña negligencia. Y en esa despedida magra, se presentó este hallazgo.
Indudablemente, me inquietó, otorgando a la trivialidad de estos días, un objeto de exaltación recurrente. Y todo se debe, graciosamente, a que mis conexiones con mi pasado paterno son muy débiles. Nunca conocí a mi abuelo don Cirilo y, hasta hace muy poco, ignoraba, completamente, que Ramón, su padre, constaba en las partidas del registro civil de Huesca, localidad próxima a los Pirineos. Ciertamente, mi apellido siempre fue fonéticamente delator de cierta herencia francesa. Aun hoy me es muy dificil, pese a las simpatías que guardo con España, disociar mi estirpe a cierta providencia rural, campesina, de la región lindante con los Pirineos. La sola pronunciación de mi apellido favorece esta idea. Empero no acaba por ser completamente un nombre francés.
En España, los parientes mas próximos (que son también los mas conocidos y habitués de nuestra Recolta, San Telmo y microcentro) son de línea materna, por lo que no comparten mi apellido, siendo enteramente de procedencia española. Me aventuré, por tanto, a buscar en los directorios de ese país para encontrar a un ciudadano que poseyera el mismo patronímico que yo. Fue infructuoso. Acabé, entonces , por aceptar esa sugerencia del sufijo got, probablemente alineado a su antecesor arse, que puede ser el original o la deformación del apellido arce, por mero tráfico de linajes. Procuré, luego, los listados de Francia. Hurgué en provincias, villas, ciudades, en París...
Cerca de Bordeaux, a unos escasos kilómetros de la frontera, en la región de Aquitania, hay un conglomerado de mansiones en alquiler para vacacionar. Se ofrecen en los sitios turísticos que absortan a visitar Francia, con la módica descripción de sus prerrogativas: la virtuosa y atrayente promesa de disfrutar de un descanso paradisíaco en una región de extensas llanuras y mansiones con piscina. Entre las localidades donde se puede uno hospedar figura Cenác, que no es mas que una villa francesa. Allí, en Avenue Pujant, vive Fernand Arsegot y, no muy lejos pero en Salles, Lionel Arsegot. Lejanos, ambos, de aquel que adquirió a los hermanos Segura, la calesita que hoy es reliquia porteña; unidos, tal vez, por una memoria solidaria que los trae a mis sueños.
Tanto Lionel como Fernand me han suscitado el deseo de llegar, no hasta ellos sino al origen o al desmembramiento de quienes trashumaron para llegar hasta mí, lo cual abre algunas inquisiciones: ¿Qué fabuloso y trágico designio hizo que Ramón naciera del otro lado de los Pirineos? ¿Qué parcial generación se marchó de Francia? ¿Quién orquestó la dimisión? ¿Quién desertó? ¿Por qué se separaron y, en todo caso, de donde provienen Lionel y Fernand y qué relación los une con Ramón? ¿ y con José?
He cavilado mucho al respecto en las últimas jornadas. La compulsa revisión de las interrogantes y diversas alternativas, advierten un sinfín de acciones. El inventario es, a lo sumo, mós sencillo y, ante todo, más prolijo. Corresponde, pues, que yo inicie la contraria y dilatoria claudicación de las huellas de mis ascendientes.
Desde esa perspectiva y proposito, esta nota, no prentende nada. Solo es un esbozo, una patética formulación de interrogantes. La senda al futuro ya está hecha o, al menos , es asunto de futuro. Alli están Tomás, Matías, Nicolás, y quizá alguno más.
El pasado, por su parte, implora algo mas que la apatía o el olvido.
Nota del autor: me dedicaré, de aquí en adelante, a descifrar las variables de lo que aquí, impunemente, planteo; esta nota es, tal vez , el comienzo formal.
El resto de los instantes que derivan de este escrito son infinitos puntos cuyo caracter y divergencia me parecen excesivos para referir aquí. Espero tener noticias pronto.
Algo me dice que este relato o soberbia ponderación de inquietudes particularistas, no estaría completo con la omisión de su punto de partida: http://www.lascalesitas.com.ar/acerca_valle.swf

1 comentario:

Anónimo dijo...

Escribo desde España, me gustaria poder ponerme en contacto con Jose Arsegot, creo que podemos ser familia, necesitaria el correo electronico del autor.
Mª Carmen

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