domingo, 1 de agosto de 2010

En el tapete...



Uno se da cuenta que envejece a golpes de espejo. Por fortuna, nos miramos a diario y mitigamos esa catastrófica sensación del paso del tiempo. Publicar por aquí remite al mismo sentimiento. Tras largas ausencias el redactor puede darse cuenta no solo del paso temporal (inevitable) sino de que muchas de las cosas que hacemos constar en un instante son indeclinablemente antagónicas con el sentir actual. Y percibimos que ya no somos el que escribió esas líneas y nunca más lo seremos. Cierto, algunas cosas suelen persistir: las mismas lealtades, los mismos desengaños, las mismas miserias, solo que con variantes divergentes y enfoques quizá impensados o tal vez aquellos que aun siendo prefigurados por la conducta o la reflexión no se hallaban ordenados metódicamente en la praxis o el discurso.

Escribo estas líneas en una mesa un tanto ajustada hacia los laterales y delante de mí veo el cristal del bar. Mas allá, la ciudad definitiva. Mi ciudad, Avellaneda. A la que amo y a la que odio. Con la que me llevo a los tumbos pero no puedo estar sin ella. Y el vaho y la bruma no distraen de esa sensación un tanto porfiada de sus rincones. Tampoco me distraen de la sensación dispareja que me ha asolado en los últimos días acerca de las injusticias, las pequeñeces y el corto alcance de la memoria. Yo aguardaba un tono más coloquial para estos tiempos, una novedad. Resulta grato imaginar que los procesos y las reivindicaciones cumplen un mismo ritmo y los acordes de esa sinfonía se sustraen del desatino de desentonar. Convengamos que tengo ejemplos personales más valederos. Pero me remito al que observé en este período de ausencia. Rememoré aquella imagen de Estados Unidos 94 cuando, por razones diversas a las actuales, Diego quedó afuera del mundial. Naturalmente no sufrí en aquella primera infancia lo que sí sufrieron mis mayores. Ellos querían que Argentina ganara el mundial por Diego. Ellos querían, sobre todo, que ganara Maradona. No obstante hoy que parce repetirse ese absurdo con variantes menos dramáticas mucho mas mundanas me lamento de que mi sentimiento sea aquel de hace ya dieciséis años. Una vez mas el andamiaje aburguesado, hipócrita mafioso, cínico de los poderosos del futbol nos dejaron sin la posibilidad de interpretar y maravillarnos con el Diego activo en la elucubración de aquello en lo que descolló y sigue descollando. Precisamente porque Diego no condesciende con esa turba y nunca lo ha hecho salvo circunstancialmente embarullado por los cantos de los serviles y canallescos cohortes de la impudicia. Y sin duda aparecen los mismos de siempre ¡los mismos muchachos de siempre! festejando, relamiéndose como torpes y leoninos mercenarios que sospechan que por su cargo y nombre (periodistas corporativos sobre todo) Maradona esté obligado a reverenciarlos y darles un trato acorde a lo meramente nominal. También los que desde la AFA consienten y votan unánimemente incluso sin saberlo. El tropel sigue ahí agazapado. Cualquiera se preguntaría quién puede satisfacerse de que Diego no dirija más la selección de que fuese el técnico de ciclo más corto a cargo del seleccionado y encontrar la respuesta con tanta facilidad que asombra. Estar siempre en el centro de la incomodidad cuesta caro. Y hablamos de Maradona ¿Qué cabe esperar para tantos individuos brillantes quienes por no ceder a la condescendencia son eliminados o cercenados en sus potencialidades singulares? En el caso de Diego por su origen, por el desprecio inmemorial que nuestro país tiene hacia los que provienen del mismo lugar que Diego solo el talento infinito que persuade hasta a los canallas pudo diluir ese destino que Maradona con su dignidad de no ser por esta excepcionalidad. Me imagino que a un jugador con la mitad de su impronta hubiese caído en el más absoluto y espantoso olvido sino se placían antes sus verdugos de mutilarlo hasta que solo quedase una voluntad cercenada. Lo maravilloso ya que todo admite revés es que Grondona no podrá eludir como antes las consecuencias de sus acciones porque el contexto en que se afirmo su hegemonía en la asociación del futbol argentino con el pertrecho de condiciones vigentes ya no existe. Antes cuando se le rescindía o marchaba el director técnico porque no se daban las garantías de proseguir con una estrategia de trabajo escaseaban las voces discordantes por no decir que eran intrascendentes. Hoy esto ha mutado en una interesante categoría que atraviesa transversalmente los sectores sociales. Ya no habar impunidad para Grondona o al menos generara un consenso para desviar los fondos del Futbol para Todos en el reparto de la publicidad de manera más equitativa de forma tal que los dirigentes de AFA podrán confutar la influencia del presidente como precio de mantener intacto su poder en la institución madre del futbol argentino. Podría relacionar esta neutralización en forma gradual y continua con muchas otras cuestiones que han tenido lugar en el país desde el 2003 a lo sumo para ridiculizar a los agoreros de la continuidad menemista. Es inútil. Ellos se ridiculizan solos, con sus paradójicas y presuntuosas volteretas teóricas.

Un buen científico para sostener una hipótesis recolecta pruebas. Puedo nombrar un sinfín de cosas que se pusieron tela de juicio de manera pública en estos últimos años. Las corporaciones mediáticas, el sistema productivo agropecuario, el trabajo ilegal, la influencia de las construcciones del sentido común, el valor de las asociaciones civiles de la cosa pública, la voracidad de las multinacionales, los sectores leoninos que contrataban materia prima local en el sistema político para sus presiones empresariales e imperialistas, el respeto al otro, la valorización de las manifestaciones populares, el falso discurso patriótico, la verdadera reivindicación de lo nacional, la figura del Che en el bicentenario, Perón, Eva, el rol del periodismo, las obligaciones del comunicador social, el respeto y la consagración de derecho a las minorías y sobre todo a entender que el amor no admite formas , ni etiquetas si se siente. Seguir en la enumeración equivaldría a delinear derivaciones de estos puntos y algún otro por ahí.

Me detengo en el rol social del periodista o el comunicador. Me asombra, por demás, que sigan existiendo comunicadores tan apegados a la versión clarinista de la tragedia Argentina. Que es también la de los emporios como el Grupo Prisa o Uno. Pero que esta presente me temo en el esquema cultural que nos han construido durante el centenario y que se ha consolidado en estos últimos treinta y cuatro años. Muchos con los que hablo se ubican en esa construcción y no puedo sin ofenderlos alegar razones que los incentive a considerar aunque sea con porfía que si bien mi construcción de la realidad no es sino eso pero sostenida por algunas hipótesis falseables a la manera de Popper muchos de ellos se encuentran tan alejados de la realidad que da pavor. Una posibilidad es que conforme a la ignorancia que todos poseemos en dosis variada se sometan al discurso de los profesionales de la comunicación. Tal conducta sugiere que no han aprendido su rol el ejercicio de cotejar las diferentes perspectivas mediáticas que al fin son parcialidades publicadas y sostenidas por la inversión de una enorme masa de capital. Un primer impulso es culparlos pero uno advierte que la intervención de los medios fue tan honda en la construcción cultural colectiva que hasta los que hoy nos arrogamos la iluminación no debemos olvidar que anduvimos en lo oscuro tan ignorantes de las atrocidades del grupete y sus homónimos como cualquiera, aficionado a la comunicación o no. Lo único que no tolero es el comportamiento nefasto de quien se niega incluso a ver las pruebas o ejercitar los cotejos necesarios llegado el caso. En mi ciudad esto es casi un axioma institucionalizado por circunstancias que no vienen al caso.

El repertorio de la ciudad se aquieta. Todo a cierta hora se asemeja a una oda perpetua en que la plañidera circunstancia se entremezcla al sabor del ocaso y del café caliente. Las zorras vuelven a las esquinas. El cafisho parvulario se asocia al proxeneta. Las parejas se refugian de la lluvia y sonríen entre besos dispares, entre iones invisibles sin saber que esa sonrisa y esos besos se diluyen en el instante. La gente se acuerda de vivir a mitades. Algunos los mas afortunados poseen alguna mitad. El diario Público y el País siguen saliendo a tiradas. Resuena esa frase que le dijeran a Francesco Pazzi cuando comenta que lo retiraron de la investigación de IL monstro: a veces la gente no dice lo que piensa, simplemente evitan que uno triunfe en la vida. Pazzi en última instancia conoció la honestidad de quien lo despreciaba. Él se lo merecía, claro. Como sus antepasados, vendía a la gente por dinero.

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