martes, 3 de agosto de 2010

Cuestiones al márgen




I

En la Universidad Tecnológica de Avellaneda se presentó hace dos semanas el historiador Norberto Galasso. Motivos de ejercicio vocacional y militante se confabularon para que yo estuviera decididamente entre la concurrencia con mi pequeño grabador para registrar la introducción y así poder luego desgrabarla. Llegué relativamente temprano debido a que no calculé que los eventos de esta índole, por lo general, se convocan media hora antes. No tengo un gran pasado militante pero sí la memoria (a veces como castigo) y la observación se me han dado a manera de compensación ante la carencia de otras virtudes. También he estado presente en las jornadas con militantes avanzados, en algunos casos de los más diversos orígenes: guevaristas, trotskistas, marxistas puros, radicales exonerados y no tanto, libres del sur, y partidos emergentes de la centroizquierda esmerilada y ahí con Sabbatella pero también he oído las elucubraciones teóricas de los adherentes al solanismo. Podría caracterizar los detalles de cada variante. La última que he trashumado es particularmente paradójica. Lo que me queda es la sensación de esa noche entre el peronismo militante y la gente de la juventud peronista diluida por ahí. Es una sensación muy personal, por ello no pido que nadie la comparta, pero allí, esa noche, en las palabras que se dijeron, en el enfoque teórico, en los años y las fuentes, allí está el pueblo, con sus angustias y su potencial. Allí está.


II

Dante López Foresi en una escueta descripción sociológica de la sociedad de Avellaneda destaco la existencia de dos vertientes culturales contrapuestas pero conciliables entre sí: una que evoca las grandezas de un pasado resplandeciente de la ciudad y otra de jóvenes bulliciosos, participantes fervorosos de la dinámica cultural y social a través de instituciones sociales, organizaciones, grupos militantes. Jóvenes que constituyen los sostenes teóricos de la necesidad de un estado participativo, y convencidos en la pertinencia de la política como herramienta en la construcción de una sociedad más equitativa. Luego en el mismo articulo señala idéntico paralelismo en la clase dirigente. Ahí la divergencia es, para Foresi, irreconciliable. Básteme señalar este ultimo punto para mí fundamental. Y es que supone una diferencia insalvable entre la dirigencia y la sociedad civil. Aquí surge como promesa la posibilidad de que esa sociedad civil enclavada en sus más dulces recuerdos de una Argentina que no fue, tome conciencia de su verdadera identidad de clase y de las vertientes que se han ocupado con suerte dispar de esa suerte. Los dirigentes políticos a nivel local sostenidos nacionalmente por los que aun ponderan las maravillas de una argentina exclusiva, enraizada y dependiente de los réditos de la actividad agropecuaria, donde los derechos civiles solo podían ser gozados por la gente honorable y no por el aluvión zoológico de Sannmartino, la del derrame de las clases pudientes a modo de limosna vergonzante, como sus aliados transitorios que se subordinan a la línea de fuerza predominante en cada uno de los reclamos de eses sector no confluyen con el pueblo. Simplemente están por fuera de el. Son solo socios ocasionales.


III

Stendhal entendía que el estado de enamoramiento se satisfacía en el error. Y por ello sugiere la recortada sombra de aquel hombre que no amo, ni pudo ser amado. Ni Tristán que amaba, ni Don Juan que era amado, ni Casanova que cumplía cono las dos hasta límites extremos.
Ortega sospechó algo similar. El amor pasión embotaba los sentidos mediante la correcta invención de ilusiones. Eugenio Trias y Denis de Rougemont alegan una alternativa interesante. La potencialidad epistemológica del amor pasión que, al contrario, descubriría las características que son propias del objeto amoroso. Aquello que es eso y solamente eso. La experiencia a veces dicta lo contrario. Sin embargo puede que este atributo de la pasión refiera de un modo misterioso la posibilidad de pintar cada orla y cada ínfima singularidad de este orbe con sus verdaderos colores, un portal abierto al conocimiento específico de cada cosa. Claramente desde este enfoque el espíritu magnifica los detalles sin incurrir por esto en la mentira. Y en definitiva más tarde o mas temprano advertirá no solo la singularidad de lo circundante en la búsqueda, en la interposición de dificultades para no concretar la pasión a la manera de Tristán e Isolda sino rasgos propios en la configuración de esa puissance, de ese poder que atribuye a cada cuestión lo que le es propio.*

* Para mas precisiones Amor y occidente de Denis de Rougemont y el esplendido libro de Eugenio Trias, Tratado de la pasión

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