lunes, 27 de abril de 2009

El prestigio





Es una asignatura pendiente (¿casi una obsesión?) la arquitectura de un artículo que refiera a la novela de Christopher Priest The Prestige y su ulterior metamorfosis en el film dirigido por Christopher Nolan y protagonizado por Hugh Jackman, Michael Caine y Christian Bale. Presiento que el discurrir de los días algo vislumbrarán de esta inquietud visceral.

Existen varios elementos que a mi juicio atrapan al espectador y al lector, en especial a este que escribe: la morfología y los alcances del duelo entre dos individuos que ciertamente necesitan el uno del otro para satisfacer sus propios y enrevesados anhelos, la obsesión (la reconcentración en el objeto que tan bien denotará Poe en su Berenice) y la prestidigitación como alelada astucia del hombre severamente urbano. Tres vértices de atracción estéticas interesantes, a mi ver. Parejamente me es imposible eludir la preferencia por el segundo pero sospecho que no valdría nada sin la primera premisa. Toda obsesión (o deseo de) debe ser compartida y su consumación en un duelo inclaudicable, es quizá la mejor manera de fabular una historia.

A falta de algo propio, por ahora, reproduzco este soberbio artículo del fabuloso blog La taverna de Pat Cohan, mientras enhebro, una a una, las esperanzas en esa próxima reseña:



"Cuando a finales del siglo XIX el cine empezó su andadura de manos de los hermanos Lumière y de Edison, era un fenómeno de feria, un producto de una era de prodigios tecnológicos... y mágicos.

Básicamente, hoy, más de un siglo después, en otra era de avances tecnológicos, sigue teniendo esa fascinación.Y no sólo por los efectos especiales y las maravillas informáticas, si no también por la capacidad de contar historias enrevesadas, con trucos y trampas variadas, que, sin embargo, sean capaces de concitar la atención del espectador y manejar sus sentimientos y emociones.

El truco final no es sólo un homenaje al mundo de la magia y a una era fascinante, es también un despliegue de pirotecnias tan efectistas y efectivas como los trucos mágicos que presenta.

No habiendo leido la novela en la que se basa la película, ignoro cuánto de este arte de birlibirloque guionístico hay en el material original y qué es cosecha propia de los hermanos Nolan, pero sea cual sea el caso, hay que felicitar a los responsables. Porque el film es tan tramposo como las artes mágicas descritas en el mismo... pero igual de triunfador en su efecto.

Estamos ante una película estructurada como una muñeca rusa, con un flash-back que encierra otro, con un misterio que esconde otro más. Como en los buenos trucos de magia, se muestra casi todo y se dan prácticamente todos los datos. El espectador puede intentar deducir quien está detrás de cada acción, de cada personaje... y hasta puede adivinarlo. Y si no lo hace, en la resolución verá que cada pieza estaba en su sitio.Una segunda lectura de la película estaría en la caracterización, en el enfrentamiento de tintes bíblico entre dos amigos, Hugh Jackman y Christian Bale, que devienen enemigos mortales. Hay mucho de Cain en ese Robert Angier (Jackman), trabajador y carismático, que suple su venganza hacia el antiguo compañero por una envidia que el muy próximo a Abel Alfred Borden (Bale) verá convertida en odio.

Hay un tercer nivel, poco desarrollado pero fundamental en su breve aparición por las pistas que aporta, y es el de las mujeres en la vida de los dos protagonistas.

Si algo se le puede reprochar al guión es que hay hacia el final un giro temático (o más bien de género cinematográfico) que chirría un poco... alguien podría sentirse engañado por este cambio, pero también podríamos decir que estamos ante "el prestigio" definitivo, ese momento que maravilla y sorprende al mismo tiempo. Que cada espectador decida.

En lo que sí se debería estar de acuerdo es en que la reconstrucción de época es excelente, la fotografía soberbía, la interpretación -especialmente Hugh Jackman y Michael Caine- más que eficiente y que el pulso narrativo de Christopher Nolan hace que las más de dos horas de celuloide pasen veloces. Como bien dice Rafael Marín en su bitácora, estamos ante la primera gran película del año. Una demostración más de que la calidad y el cine de gran consumo no tienen por qué estar reñidos."



Para leerla en su contexto original sin la dilación del espantoso exordio:

http://patcohansbar.blogspot.com/2007/01/el-truco-final-el-prestigio.html

2 comentarios:

Pablo Arsegot dijo...

AL AUTOR DE CLIVAJE DE OTOÑO. fELICITACIONES. ME GUSTARÍA QUE FUERAN MAS CONTINUO SU TRABAJO. eS EXCELENTE.

VALERIA FERNANDEZ

Support IT dijo...

terimakasih informasinya sangat menarik di baca
tetapi ini mungkin bisa di coba Berita Harian

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