martes, 21 de abril de 2009

Ecos desde Rupairu

Quería transcribir este lacónico pasaje, sincero, agobiante, publicado por Javier Bergia en su Rupairu.
Los borbotones de una sentencia vociferada por la severidad del tiempo, por el vértigo de los días, nos imponen una pena. Estas líneas, y no otras, agotan acaso mi imaginación y el lejano canto moribundo de un cisne monógamo me advierte que otro invierno ha derrotado antiguos senderos, que una batalla se perdió (¿contra la soledad, Ana?) y acaso otra comienza.

"La distancia es agónica cuando arrecia el mar en el interior del alma. Al amparo de la melancolía, la amargura se transforma sutilmente en éxtasis embriagador. Vuelven a imponer las gaviotas su reclamo desesperado. Al fin concluyo que si eras tu la Musa redentora y confusa, nublada caricia, vaporosa y frágil en desvanecimiento. Gacela inconfundible de noble busto y distinguido cuello, veloz y temerosa que abandono temprano aquel sueño conspicuo. Prudente tus dedos rozaron mi frente de madrugada llevandome al cenit del universo deseado. El tiempo aquel de laureados días de apasionados besos, se hizo añicos por las calles de una ciudad que apenas merece ser nombrada. He de romper la noche para buscarte por quien sabe donde y traerte de nuevo a mi almohada en estas gélidas horas de un Marzo cortante, afilado y maldito. No odio ni guardo rencor, ya es inútil, si acaso te quiero mas que nunca."

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