martes, 14 de abril de 2009

El cangrejo progresista

¡Das un paso adelante y dos hacia atrás! Sos como los cangrejos, vociferaba mi madre.

Imitar los avatares del cangrejo parece ser por desgracia la practica corriente de todo el progresismo argentino en el que incluyo a la izquierda y los retoños partidarios que, con posiciones menos extremistas o mas parecidas a la UCR de principios de siglo XX, se nutren de un pasado de militancia (y militantes) comunistas.

El observador puede notar fácilmente y sin el rigor de noches interminables de desvelo crónico el carácter de una situación bastante conocida en Argentina aunque contemple diversas variantes. No es un hecho ignorado que las operaciones mediáticas del grupo Clarín en sus divergentes modos, los alelados y patéticos personeros de Radio 10, CN 24, Canal 26 bregan por crear una densidad cada vez más agobiante. Con mayor o menor suerte, la repetición de argumentaciones, ejemplos y constancias, el ataque permanente donde antes el silencio era salud, filtran de alguna forma la imaginación del espectador y el oyente aun si esto es a priori refuerzo de prejuicios. Teniendo en cuenta que la comunicación actual y el carácter de los dispositivos carece de respuesta inmediata del oyente o el espectador esta función se acentúa notablemente. Que Alfonsín fue el gran demócrata por oposición o comparación a los actuales funcionarios y representantes del ejecutivo, que las cifras del dengue oficiales no son las de la ONG, que el INDEC miente, que Moreno prometió pescado mas barato, que el hijo de Alfonsín es igualito a su padre y se lucía con el bastón presidencial, que cobos recita esplendidos versitos, que las listas testimoniales(y con razón) son un disparate, que la hija de Kirchner toma mate amargo en la playa Varese a las cuatro de la madrugada…

Vease que de este abanico la gentil locura de las listas testimoniales nos devuelve al punto de partida, a la inquietud primera. Un plebiscito de la gestión parece ser la única explicación valida (y viable) para el despropósito que supone la estrategia de las listas testimoniales. Pero también parece ser el zarpazo de un naufrago que se aleja de la costa de la aprobación general. No se trata de un bluff o de una simulación sino el jugarse el todo por el todo ante una perspectiva que se avizora poco prometedora. Y he aquí un juego de responsabilidades compartidas, las que competen al oficialismo poco importan porque conocemos su origen y los favores que conceden a los nuevos actores del capital concentrado. Me importan más las del llamado progresismo.

Como los sectores de izquierda también se disgregan por argumentos ridículos sin consolidar una corriente unificada, pero a diferencia del PO o la ¡Izquierda Unida!, la responsabilidad que les compete es aun mayor por el hecho minúsculo y sustancial de sus vinculaciones con el poder ejecutivo y su inexistente vocación de revolución social (hay ejemplos claros de encuentros que no cuestionan el modelo vigente de acumulación capitalista y enfatizan el mejor funcionamiento institucional sin plantear reformas demasiado profundas y de sustancia, con un atroz verticalismo y una reminiscencia radical de los días en que reclamaban el saneamiento del sistema electoral).

El primer atributo denota una irresponsabilidad clara que se sostiene principalmente en la cortedad de miras del progresismo argentino frente a las reacciones conservadoras de derecha. El embate de la derecha argentina es claro ¿Cómo responde el progresismo? Rompiendo vínculos con el ejecutivo, fabulando armados electorales que sin conformar un núcleo unificado y en base al poder y al sustento de la legitimidad popular representada en el actual gobierno entregan su posibilidad de consolidarse cabalmente. Ciertamente un destino podría ser el armado a largo plazo como el pt brasilero con elecciones fallidas como preludio. La única diferencia aquí es el tiempo y los aparatos mediáticos y de publicidad además de la certeza de que argentina conserva los resabios de conservadurismo popular de naturaleza irracional y nefasta de mayor envergadura de América latina. La posibilidad de establecer una alianza con los sectores que hoy ponderan el aparato estatal contra una parte, repito solo una parte de los sectores mas reaccionarios y de capital concentrado del país, a fin de neutralizarlos impidiéndoles toda posibilidad de reacción al no ver plenamente concedidos sus intereses de clase, bastaría para fortalecer los movimientos progresistas y a todo el campo popular para después dar el próximo salto en el interior del aparato estatal o desde un punto de partida menos viciado por la reacción. Y sin embargo (cantaría sabina) su cortedad de miras muy a tono con su adversario le impide ver esta variante y lo encaraman en la aventura electoralista y mansamente reformista. Extingue lazos con el oficialismo, creando las condiciones para que las alianzas de derecha junto con Duhalde, quienes no dudan en mezclar vino con sandía, los ajusticien merecidamente.

La derecha no tiene problemas en unirse para restablecer el orden basado en la regresión y el pantano. El progresismo no tiene problemas en disolverse para sostener ese orden o proponerlo pero con ¡transparencia y ajustes de gestión!

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