sábado, 26 de junio de 2010

La mezquindad como plataforma (I)


P.A. y M.R.


¿Hasta qué punto las mezquindades propias componen un argumento político adecuado para deslizar una diatriba? Ofrezco tres casos puntuales en que interviene este desatino básico. La Asignación Universal por Hijo reclamada por la Coalición Cívica (en especial de la boca del infortunado diputado Fernando Iglesias), el presupuesto participativo en Avellaneda y la ley de medios. Son tres ejemplos disímiles en los cuales se inscribe una conciencia errónea y eventualmente abyecta. Tanto la Coalición Cívica (en boca a veces del diputado Iglesias), ciertos militantes progresistas del tercer distrito electoral y conjeturalmente (no por acciones directas sino por las implicaciones psicológicas de la desaprobación) la izquierda nacional, a veces con cierta explícita canallada, han refutado estas tres medidas. En el caso de Iglesias acusando al ejecutivo de haberse apropiado del proyecto (¡qué notable coincidencia con cierta izquierda retrógrada con sus ademanes acusatorios de expropiación del acto del 24 de marzo por parte del gobierno nacional!) con su habitual estilo discursivo, fundamentalmente resentido. Dejemos el caso de la ley de medios (ocuparía páginas y páginas de refutaciones, de fatigosas refutaciones) y ubiquemos la reacción de ciertos sectores de centroizquierda frente a la medida de implementar la herramienta del presupuesto participativo en Avellaneda, en espacial de aquellos que la proponían en el ámbito municipal. ¿Ejecutarán la misma descalificación que los sectores de derecha frente al gobierno nacional? ¿Seguirán con ese hábito repulsivo de desaprobar todo porque es más fácil el denuesto que el trabajo y la consolidación de un proyecto propio en el distrito?


Algunas de estas vicisitudes se sugieren en Avellaneda. Se presentan como parte de una estrategia de las fuerzas supuestamente alternativas en la ciudad. Un doble discurso adecentado probablemente en un trabajo dispar que no une criterios y que, en otros ámbitos, reivindican los planes de ayuda social y los incentivos municipales a grupos que no terminan de ponerse de acuerdo acerca de sus proyectos a largo plazo pues a nivel nacional, provincial o municipal se los encuentra abogando por espacios políticos tendientes a la reducción o la eliminación de estas intervenciones (subvenciones) por parte del estado. Un ejemplo claro es el PRO de Avellaneda y algunos de sus trabajadores o agentes de prensa ¿Para qué lado juegan? Por un lado se los puede escuchar apadrinando pedidos de ayuda de índole presupuestaria o de incentivo hacia el ejecutivo municipal y, por el otro, practicando el servilismo mas impúdico frente a dirigentes que se han manifestado en contra de toda inversión pública y que, llegado el caso, no les darían un centavo a los reclamantes de hoy. El asunto es tan intrincado y meticuloso que pasa desapercibido al ser presenciado con indiferencia por quienes desde el vamos no se interesan por esas propuestas. Para el ciudadano de incipiente intervención en la política sí puede resultar confuso. Es esa conciencia la que habría que mitigar en todo caso. No discrepo con diferentes ideas en el ámbito político pero no consiento las mascaradas y en general la hipocresía. La cuestión del centroizquierda resulta más complejo con sus vaivenes y, en Avellaneda, con su vocación de tirar tiros al aire.



Mas allá de la interposicición de casos puntuales lo que me preocupa es esta vocación paradójica y su conciencia...

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