Hoy, veo a la ventana consagrado en el encanto
de un reflejo inerte,
de esferas rústicas, del trazo de una estela.
Y los terraplenes me devuelven tu beso
y la oscuridad en que retorna
Lentas filas andariegas de humos lúcidos y mortales
acatan tu mirada enlazada
justa, militante, conjetural.
Hoy, en que los días son herrumbrosos
y la aurora duele a la luz de las heridas.
Y los discursos resuenan a lo lejos,
como un eco furtivo.
Empereciendo la calma,
el vaho te devuelve cubierta en llamas.
Veo a la ventana mecida en la ciudad
en sucias marejadas de polvo, de sudor
que entibian el hálito confuso,
dilatando las mudos lienzos de la rutina.
Y, anacrónica, entibias con tu aroma
ese andamiaje frío que me mira de frente.
¿De qué valen la oscuridad, el infierno, las tinieblas
la claridad, que penetra y redime,
los pasos y la huella,
si la esperanza se ha marchado
tras los ruidos y el candor
de Julio?
Hoy veo a la ventana con la visión
un poco maltrecha y envilecida
turbia, encaramada,
en la convicción
de que la nada nos espera
a la deriva,
prosternada
ante la desdicha de su propia imago.
Veo a la ventana y mi boca se seca
Y las lágrimas enjugadas no vierten
en derrotero alguno su final
Veo a la ventana con el ansia
del paraíso que abrigabas
en tu regazo, en tus palabras,
en el cálido coro de tu vientre
que ya ni presagio.
Veo a la ventana y el orbe
replica ese vacío de la noche abstracta
inmersa en el coro sucesivo
en el fragor, en el delirio,
y me acerco al momento en que
la noche no era una,
ni la muerte, ni el instante,
ni lo eterno, ni el abrazo,
o la conjunción de cuerpos informes;
la noche era el ocaso
de la vigilia infame y repetida
3 comentarios:
Interesante poema, Pablo. .Me enganché con las metáforas de:
Hoy que los días son herrumbrosos
y la aurora duele a la luz de las heridas.
Y encontré una clave de interpretación, cuando aparecen palabras tales como: militante, convicción, discursos, anacrónica y cuando dice que la esperanza se ha marchado.
Muy bueno, hasta siempre.
hermoso. una dulce caricia gracias.
Andrea
Veo a la ventana con el ansia
del paraíso que abrigabas
en tu regazo, en tus palabras,
en el cálido coro de tu vientre
que ya ni presagio.
muy buenos
Uno no pasa un día sin estar en el paraíso. Me pregunto qué pasará con el noctambulo. No hay pena mayor que el destierro de ciertos parajes; la ostra no es compañia suficiente para el peregrino.
Eduardo
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