jueves, 10 de julio de 2008

Algo no tan perdido

Casa de Padua

Ahora te figuro inmensa y peculiar,
Un inanimado misterio de corredores y parras
de ladrillo desteñido, un sendero,
Dilatado en extremos ladeados y alguna saliente.

Tu extensión es enigma enraizado en tierra furibunda
Mulata,
de tiempos en que la pampa era redonda
Y el sol emergía ayuno de miradas humanas.

Sucesivos tropiezos han quedado,
y en tí reposa,
Un daguerrotipo borroso de mis pies escuálidos,
De mi cuerpo liviano y sin cicatrices.

Sospecho que dos personas, o tres, se han perdido,
en la hondura de tus fondos,
absortos por el inacabado foso
que perfora la tierra en su magna cabalidad.
Dos han perdido la juventud y uno la niñez


Nota del autor: la casa, originariamente, perteneció a mis tíos. Siempre cobijé, para mis adentros, la conjetura o la certeza de que San Antonio de Padua, estación enclavada a manera de estorbo entre Ituzaingó y Merlo, era y es ilusoria; una mera entelequia que absorta al peregrino a detenerse en el trayecto hacia otros senderos mas prodigiosos. Con los años descubrí que todo ello es cierto y que sus arrabales constituyen la esencia inconcebible de ese obstáculo. Nadie se resiste a esa hondonada de casas bajas y techos a dos aguas; es el dichoso y particular hallazgo de todo joven y timorato poeta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pablo, me encantó el poema.
Te felicito.
Estela

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