jueves, 16 de septiembre de 2010

De proyecciones y deducciones


Ayer Mario Wainfeld en Pagina 12 habló de proyección. Se refería puntualmente a la mirada de los opositores al kirchnerismo hacia el ex presidente. El análisis de Mario, aunque espléndido, carece de una extrapolación necesaria (entiéndase necesaria por capricho, por puro delirio intelectual de quien escribe). La proyección es un mecanismo desmenuzado hasta el hartazgo por el quehacer psicológico. Esa repetición no carece de interes. La exposición más prolifica del tema no viene paradójicamente del campo de la psicología sino de la Escuela de Frankfurt y está vinculada en buena medida a ese extraño híbrido entre el materialismo dialéctico y el psicoanálisis. Y allí aparece la Dialéctica del Iluminismo, aparece Adorno. En el capítulo Elementos del Antisemitismo escribe: “Mediante la imagen del judío que presentan al mundo, los racistas expresan su propia esencia. Tiene avidez exclusiva, de apropiación, de poder sin límites, a toda costa. Al imputar al judío sus propias culpas, al burlarse de él como rey y señor, lo crucifican renovando sin fin el sacrificio en cuya eficacia no pueden creer.” Este primer acercamiento a la cuestión del judaísmo es un retrato de la proyección pincelada desde la perspectiva del nacionalsocialismo.

Convengamos en qué consiste expresar la propia esencia, cuáles son sus intimidades. El estudio de los objetos enantiomorfos nos da una idea. Los enantiomorfos son cuerpos identicos pero asimétricos como la imagen en el espejo. Al proyectar, el antisemita percibe un sujeto de su misma índole, con sus cualidades, en una versión distorsionada aunque análoga. Porque no es en otro lado mas que en la proyección donde aquel se ve a sí mismo, y ante la apariencia invertida como un par de manos, la conciencia construye un imago idéntico pero no el mismo. En última instancia los objetos enantiomorfos han inspirado a H.G. Wells y la materialidad ya previene a su favor. La proyección (y sobre todo la antisemita) al admitir una ligazón únicamente con la vida psíquica y, en particular, el inconsciente diluyen su alegato de inocencia sobre todo en los casos más brutales, grotescos, donde la proyección trasciende su origen subterráneo y aflora en conductas concientes aberrantes. No pocos casos -yo mismo he visto y he aplicado, cada vez menos, la proyección- se alimentan de este acto instintivo. Y repito instintivo par hacer constar la acción de la irracionalidad propia de la proyección en estos últimos eslabones de la miserabilidad humana.

Los opositores kirchneristas son en muchos casos vivos y teratológicos exponentes de la proyección, ya lo dijo Wainfeld. No reseñó, en cambio, una pequeña diferencia que puede dar pie a equívocos. ¿Que podrían decir los furibundos partidarios del antikirchnerismo ante la común prédica de quienes los caracterizan desde el Movimiento Nacional y Popular cuando hace rato les han tomado el pulso y ya los conocen de palmo a palmo? Podrían, ciertamente, alegar proyección. Pagni, aplicando esta fórmula, quiso emular a Wainfeld desde La Nación anotando que Kirchner se trata a sí mismo como a los demás. Entonces, ¿Dónde estaría la diferencia? Como siempre, querido lector, en los argumentos. El ejemplo de Pagni carece no solo de fundamentos puesto que jamás podría probar con rigor documental qué quiere decir cuando escribe que Kirchner trata a los demás como a sí mismo sino que postula la omisión de algo que Wainfeld no refirió y que seguramente jamás habría querido.

Veamos el ejemplo de Pagni. Él dice: Kirchner se trata a sí mismo como los demás. Y cabe preguntar: ¿Cómo a quiénes y por qué? Nunca da la respuesta o sí la da en realidad: todas sus piruetas teóricas recaen en la proyección. Pagni cree que Kirchner trata a los demás como él seguramente los trata y como él trata a Kirchner augurándole en retrospectiva tres infartos que nunca existieron. A ver, seamos claros: si Pagni, como expresión de deseo, pretende pretéritos infartos inexistentes en otro, el que trata mal a los demás y seguramente a sí mismo es Pagni. La primera prueba es su artículo en La Nación y su repulsa manifestación anhelante. Tenemos, pues, el primer caso de proyección donde además interviene la mentira (esto es sin dudas un pleonasmo: la proyección en sí misma es tan falaz como la imagen reflejada, pese a Dolina y sus hombres del espejo).

Ahora examinemos otro. Hace poco Robert Cox se explayó en un programa de la televisión pública, 6,7,8, acerca de la libertad de expresión y las amenazas a tales libertades. Ahora escribió un artículo apologético sobre la supuesta libertad liberal haciendo resonar esas brechas del discurso pronunciado en esa emisión de 6,7,8, por momentos complaciente y otros no tantos, al decir “son terribles” o “hay miedo” o no dándose por enterado que los principales diarios (Clarín) reproductores de su artículo no ocultaban los crímenes de lesa humanidad, la desaparición de personas y el horror impuesto por la dictadura sino que eran cómplices con mayor jerarquía y capacidad de mando que el brazo ejecutor de la alta cúpula militar. Los militares y sus jefes civiles siempre alabaron el liberalismo, entendido como suele entenderse en estas pampas; liberalismo cuyo principal eje es la apertura asimétrica de la economía haciendo caer las fronteras a la extranjerizacion de los sistemas productivos o a la importación frente a países proteccionistas que predican el liberalismo pero nunca lo aplican en su relación con el mundo y, por otro lado, la no intervención del estado en la esfera económica del mercado interno. El periodismo liberal ha sido siempre el periodismo de las empresas y los grupos concentrados que ante la no intervención estatal se consolidaron a expensas de las prebendas de ese mismo estado ausente para regularlas; en consecuencia la libertad de prensa en el periodismo liberal siempre tuvo el mal semblante de la libertad de empresa y la libertad de expresión pregonada por ellos el de la libertad de tergiversación, multiplicada en todos las subsidiarias y medios dependientes de los grupos concentrados económicamente.

Y todo tiene que ver con todo. Ahora (y siempre) Cox defiende el liberalismo, el periodismo liberal, es publicado por Clarín y se olvida (o finge olvidarse) de la necesaria connivencia entre los diarios Nacion y Clarín, del liberalismo periodístico, con la dictadura lo que incluye la participación de Magnetto y Mitre en la adquisición de Ppael Prensa pues fueron lo smayores beneficiarios de lo que Cox considera oprobioso pensarlo de otra forma es divorciarse de la lógica. No obstante cuando Cox habla hoy de dictadura (o autoritarismo de izquierda) y de apropiación de los medios para erigir un monopolio por parte de un gobierno democrático que dio curso a la Ley de Servicios Audiovisuales y cuyo texto marcha en dirección diametralmente contraria a la concentración monopólica, en realidad se ve a sí mismo y al liberalismo que tanto defiende. Se ve así mismo y a sus ideas (no a sus prácticas en tiempos de la dictadura pero eso es harina de otra bolsa).

A este procedimiento mecánico, que hemos sometido en su forma más absurda a la nomenclatura proyección, se opone la deducción y por tanto la lógica con sus respectivos argumentos concatenados. En ese punto se halla la diferencia entre las consideraciones de los kirchneristas hacia la oposición virulenta y la que estos prodigan al movimiento que llaman K y de hecho muchas veces lo hacen, proyección mediante, a partir de la repetición de la letra y su resultado fónico (los antikirchneristas mas furiosos dicen KK = proyección; la k(a)k(a) en este caso es el pobre imbecil que pronuncia esa recurrencia creyéndose un vivo bárbaro).

Entrevemos entonces la diferencia entre deducción y proyección. La proyección se abstrae de todo argumento; la deducción, por definición, no puede hacerlo. Y es deducción cuando se señala la hipocresía de la Unión Cívica Radical, encabezada por Morales y Sanz, en donde intervenía Bullrich, al solicitar el 82 % móvil para los jubilados cuando formaron parte de la administración que les redujo el haber en un 13%. Cuando formaron parte de la administración de la Alianza. Es la fuerza del argumento, la hipótesis contrastada a partir de la observación y los hechos, cuando nos defraudó la izquierda de Palermo Soja Pino Solanesca al aliarse con la derecha reaccionaria para ganar lugares en las comisiones negociando con el Grupo A o en el momento en que reafirmó en ¡el programa de Mariano Grondona! que había que hablar con todos para construir mayorías más allá del proyecto –o quizá resignándolo y enlodándose hasta los tuétanos- confirmando los dichos de su pollo Claudio Lozano quien aseveró que a Proyecto Sur no le importaba con quien aliarse para obtener mayorías. Es el hecho documentado el que asocia a Magnetto con Gallino y los torturadores de los Graiver, con el cual se llega a las declaraciones de Lidia y a los comprobantes de venta de Papel Prensa a un precio risible que favoreció a los compradores y no evidentemente a Montoneros si seguimos la infamia clarinista (proyección la teoría de montoneros de su propia ignominia presionando a los Graiver para que vendiesen PPSA). Son las contradicciones en pocos meses de Isidoro Graiver y su mágica desaparición tras la declaración firmada ante escribano para que la publicara Clarín cuando hubiese sido mucho más fácil exponer los boletos de compra y venta y explicar los mecanismos de cesión de acciones sin caer en descontextualizaciones y la reedición de la teoría de los dos demonios. Son las torpes acusaciones a Héctor Timerman por aparecer en fotografías, antes de su exilio, junto a su padre, antes de ser secuestrado y torturado, junto a Héctor Garcia antes de sufrir la discriminación de Papel Prensa que no le concedía cupos de papel suficientes al diario Crónica, acompañando a Videla. También estauvieron en fotografías con Videla autoridades de Clarín y La Nación quienes no fueron desaparecidos, ni se tuvieron que exiliar, ni tampoco obtenían cupos escasos – al contrario- por parte de la empresa de la cual eran socios. Casos simples de deducción. Si a partir de estos argumentos, hechos comprobados y documentación a disposición –el magnífico informe Papel Prensa: la verdad- y los miles de archivos periodísticos e históricos se llama a determinados sujetos con improperios no es proyección como cree Pagni, es simple deducción a partir de los datos duros. Por lo tanto se agrega una arista para diferenciar dos procedimientos en apariencia similares pero completamente diversos: donde los antikirchneristas acérrimos proyectan su odio al enemigo, como advierte Wainfeld, la buena retórica kirchnerista deduce e hilvana hechos.

Los resultados de ambos -si no se explica o expone el recorrido analítico del segundo caso- parecen asimilarse; no obstante nunca son iguales. Ellos ven el odio de sí mismos en los otros, como el tramposo ve en el otro la trampa o el infiel o desengañado somete a pruebas a los demás y cree advertir en cualquier indicio la tendencia propia pese a que no se tenga a disposición el hecho sino solo la presunción. Sospecho modestamente que así no se puede vivir. Los antikirchneristas en su proyección no ven la felicidad militante, el compromiso, porque ellos o han padecido el desengaño permanente o carecen de toda felicidad dañando a sí mismos y a los cercanos.
Adorno podría cerrar mejor que yo esta colección de conjeturas, entretejidas argumentalmente. Él escribe: “Los judíos son marcados como el mal absoluto por el mal absoluto.”
Tenía razón.





N.A.

Suscinta definición psiconálitica de proyección
En psicoanálisis, mecanismo de defensa por el que el sujeto atribuye a otras personas los propios motivos, deseos o emociones. Es una forma de ocultación involuntaria e inconsciente de su vida psíquica consecuencia de la presión del superyó que sanciona como incorrecto el contenido psíquico o de los temores y frustraciones del sujeto. Como estrategia para salvaguardar la seguridad de la persona tiene un valor limitado y puede dar lugar a comportamientos poco adaptados que dificultan la convivencia.

Los objetos enantiomorfos son especialmente referidos en el apartado Cuarta Dimensión del libro de Martin Gardner "El universo ambidiestro". Allí el desarrollo intenta dar cuenta a alucinación teórica de la cuarta dimensión.

"La diferencia entre Timerman y el resto que respaldó la dictadura (Ruiz Guiñazú también lo hizo) es que reconoció su error públicamente y pidió perdón. El diario La Tarde salió cuatro meses y tuvo un abierto apoyo a la dictadura cívico militar. A diferencia de la revista Gente, Somos, o los diarios Clarín y La Nación, que también apoyaron el terror, ocupó los primeros cuatro meses del inició del gobierno de facto.Ricardo Roa que cita al filósofo y lingüista austríaco nada dice de la foto de Ernestina Herrera con el genocida Videla, o de Morales Solá con el genocida Bussi. Leuco tampoco recuerda la foto de Ernestina ni la de Morales Solá, menos que menos a la revista Somos dirigida por su patrón Fonteveccia. Ni hablar del pasado de Chiche Gelblung, Cacho Fontana y Lidia Satragno, que decir del matrimonio Mónica y César o del cineasta Sergio Renan. Y tantos otros que tuvieron un apoyo directo y continuan en la televisión, como la Sra Legrand amiga de los genocidas Astiz y Massera.El editor general adjunto de Clarín acusa de inquisidor ético al canciller, pero nada dice de Papel Prensa, de Magnetto, de la torturada Lidia Papaleo."

Fuente Blog Una Lectura http://unalectura.blogspot.com/

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